Sobre el escenario, la actriz Itatí Cantoral experimenta muchas emociones. Por ejemplo, piensa en su madre, quien la acompañaba en sus primeras funciones, o en el gran legado artístico heredado de su familia, incluido su padre. “Soñé con él (el cantautor Roberto Cantoral), y no lo sueño mucho, pero lo vi en el teatro, me abrazaba y me decía: ‘Me siento muy orgulloso de ti, mi cebollita’, y estaba emocionadísimo”, comparte Itatí en entrevista.
Eso experimentó la actriz esta semana antes de ponerse en la piel de Sally Bowles, protagonista del musical Cabaret, no solo por el desafío de interpretar a un personaje tan complejo nuevamente (fue un hito en su carrera la primera vez, en 2004), sino por el orgullo de seguir obstinada en vivir el sueño que tuvo desde niña.
Cuenta que, dentro de la familia Cantoral, era considerada la “niña rara” porque no sentía la misma afinidad con la música como lo hacían su padre o su hermano.
Para ella, el medio ideal para expresarse debía ser una mezcla de sonidos y movimientos, y eso les demostró hace justo 20 años, cuando la escucharon cantar y vieron su pasión en temas difíciles y coreografías que exigen un arduo entrenamiento. “Por eso esta obra me trae muchos recuerdos bonitos de los inicios de mi carrera”, dice en su camerino, decorado con flores y luces suaves, donde está por iniciar el proceso de transformarse en Sally, con maquillaje y peinado.
Llena de inspiración
En muchos sentidos, Itatí es distinta a Sally. Por ejemplo, mientras que su personaje vive al límite, sumida en la superficialidad de la que busca escapar, Itatí valora la profunda conexión que tiene con su familia y una carrera cimentada en el esfuerzo y la disciplina.
Lo que sí comparten es la pasión por el escenario como vía de escape y expresión. En el caso de Itatí, cuenta, es un regalo de su madre, Itatí Zucchi, también actriz. “También mi abuelo, él tuvo un circo en Argentina; fue el primer director de la Sociedad de Actores. Ellos hacían carpa y mi mamá y mis tías hacían radionovelas con las cuales hacían giras”, relata. Por ello, dedica esta nueva temporada a su madre, quien siempre la acompañó hasta que perdió la vida en agosto de 2020, en plena pandemia de Covid-19. “Mi lugar favorito es un escenario, es mi casa, y esto se lo debo a mi madre”, reitera la actriz.
Cabaret muestra la vida de la estrella del Kit Kat Club, el lugar de moda en Berlín en los años 20, quien recibe la oportunidad de una nueva vida de parte de un escritor, mientras la amenaza de la guerra se cierne sobre ellos.
La obra se estrenó en Broadway en 1966, con música de John Kander y letras de Fred Ebb, y su adaptación al cine de 1972, protagonizada por Liza Minnelli, la convirtió en un ícono del teatro musical.
Recrearla es algo que Itatí se toma con seriedad. Antes de salir a escena, llega al menos dos horas y media antes, porque primero debe vocalizar durante 40 minutos. “Antes yo era joven, tenía 26 años cuando la hice, y no me daba cuenta de lo que me estaban dando, de la oportunidad que tenía en mis manos, pero mi mamá sí, y se sentía muy orgullosa. Iba todos los días al teatro y siempre me echaba porras”, remarca Itatí.
En esta nueva etapa, la actriz ha contado con la presencia de su hija, María Itatí, fruto de su relación con el productor Carlos Alberto Cruz, quien sigue los pasos musicales de la familia. La joven, de 15 años, se emocionó al ver a su madre cantar “La vida es un cabaret” en el segundo acto, momento donde todo el dolor, la frustración y la soledad de Sally Bowles salen a escena. “Me dijo: ‘Mamá, estás mejor que la de Londres, me hiciste llorar cuando te estabas muriendo de borracha’. Ese fue el mejor regalo que me han dado en toda mi existencia. La amo, es mi fan número uno y ella lo es todo para mí”.
Itatí lo tiene claro: nunca es tarde para vivir lo que te apasiona. “Una vez escuché a Meryl Streep decir que los mejores personajes para las mujeres llegan después de los 40, y es cierto, porque tienes más vida y entiendes más”.