"Verónica Huesca * CP. En el marco del Primer Encuentro Internacional de Escritores e Investigadores ""A la orilla del aire"" en homenaje al natalicio y muerte de Jaime Sabines que se conmemora en marzo; Ámbar Paz, Francisco Álvarez y Rodrigo Núnez se reunieron para versar sobre el poeta chiapaneco y contar algunas anécdotas que vivieron a su lado.

Ámbar Paz, de 60 anos, nació en EU, pero se nacionalizó mexicana en 1985. Es una notable poeta, siendo su obra más reciente ""Huracana"".

La escritora conoció a Jaime Sabines a los 30 anos: ""Lo conocí en 1980 cuando tenía una oficina en el centro de la ciudad y en la puerta decía `Asesoría Poética´, entonces afuera se ponían todos los poetas esperando audiencia con el maestro; entre ellos estaba Rodrigo Núnez, Francisco Álvarez, Joaquín Vázquez Aguilar y muchos más.

Don Jaime nos daba consejos, nos azuzaba para que escribiéramos, nos facilitaba becas, nos buscaba empleos, nos prestaba libros y leía nuestros primeros garabatos para luego darnos consejos de cómo mejorarlos"".

La poeta recuerda a Sabines como un ser generoso, nunca celoso de mostrar y ensenar su técnica.

""Jaime nos instaba a leer a García Lorca, Octavio Paz, Elsa Krause, y era una persona muy contenta, siempre andaba tarareando alguna canción, la que más recuerdo era 'La penca del maguey' (Vicente Fernández), y además me decía: 'No vayas a andar escribiendo en la calle o en una cajetilla de cerillos; no, la escritura es un proceso interno que lleva su tiempo'"".

De acuerdo con lo narrado por Ámbar Paz, Sabines escribía por las noches, recostado boca abajo en su cama.

""Tengo varios libros ya publicados, pero uno lo saqué durante el tiempo que daba Jaime asesoría poética, en 1981, y se llama 'Yayame'. Contiene un prólogo de él"".

Por su parte, Francisco Álvarez Quinones, escritor, poeta y promotor cultural, ganador del Premio Víctor Jara, de Chile; relata como quedó impresionado con la poesía del maestro.

""Cuando tenía 15, en la Ciudad de México, tenía en una depresión tremenda porque veía como era destruida la ciudad y estando ya casi a punto de suicidarme, habiéndolo intentado fallidamente varias veces, mi hermana que también es escritora me llevó a ver a Rosario Castellanos y a Jaime a la Casa del Lago en Chapultepec y él estaba declamando un poema que me aprendí de memoria: '?Si uno pudiera encontrar lo que hay que decir, cuando todas las palabras se han levantado del campo como palomas asustadas! ?Si uno pudiera decir algo, con sólo lo que encuentra, una piedra, un cigarro, un zapato! ?Y si este decir algo fuera una confirmación de lo que sucede; por ejemplo: agarro una silla: estoy dando un durazno! ?Si con sólo decir madera o con tocar la pata de la cama supieras que me muero!

La vida es lo único que puede decirlo todo; he aquí el rayo asomándose por la persiana, la lluvia sonando, los carros, el televisor, la gente, todo lo que hace ruido, y este café caliente bajando de mi boca adentro, mientras me da tos y te deseo, y cierro los ojos a propósito. Lo más profundo y completo que puede expresar el hombre no lo hace con palabras sino con un acto: el suicidio'.

En ese momento salté con todos mis nervios y lo interrumpí al casi gritarle 'no, es el amor', y él dijo: 'El amor o el suicidio es la única manera de alcanzar a la vida, mientras tanto, hay que conformarse con decir: en esta esquina pasa esto, bajo el alero hay una golondrina muerta. Ni siquiera es cierto que sean las seis de la tarde'. Esa manera de ver tan diferente la vida me salvó de aquella decisión absurda. Quién iba a decir que lo iba a conocer personalmente anos después cuando me vine a vivir a Chiapas, y desde entonces tuvimos una amistad muy profunda"", acotó el autor.

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