La arriera se abre paso

La arriera se abre paso

El escenario es el estado de Jalisco, la época, 1930. Una joven huye de su hogar en busca de su padre biológico, y para eso en el camino se viste de arriero, con lo que rompe estereotipos, a la par de descubrir una forma de amar que no tenía en mente.

La trama ha sido abrazada por la comunidad LGBTQ+ desde su lanzamiento en el Festival de Cine en Guadalajara 2024, en el que ganó premios por dirección y fotografía, esto debido a que se ha visto representada con la historia.

El personaje protagónico (Andrea Aldana) intenta romper las reglas de la época, alza la voz y lucha por lo que cree, algo que tenía desde un inicio en mente, la directora Isabel Cristina Fregoso. “Me gusta mucho la vida del campo y la vida rural, y siempre pensé en mi admiración por las mujeres campesinas, pensando explorar mucho esa parte. Fue ver hacia el pasado de mi familia, sobre quién fue mi abuela, mi abuelo, su forma de vivir, de pensar”, aclara.

La tapatía recuerda que en su adolescencia se vio cuestionada y muy influenciada por la parte conservadora de su familia. Sin embargo, por otro lado, le hizo caso “a las pulsaciones normales y que, de manera inconsciente, a uno le hablan”.

Todo inició con el cortometraje La polveada, un acercamiento a los personajes y a su relación con un caballo. A eso le fue agregando cosas de su propia vida y que fueron mezclándose para la historia que muestra el crecimiento de una chica.

La arriera se filmó en el rancho que fuera del abuelo de la realizadora, en Mascota, Jalisco. A ese Pueblo Mágico, ubicado en la sierra occidental de la entidad tapatía, se trasladó todo el crew varios días, todo el equipo prácticamente no tenía señal de internet. “El pueblo sigue muy conservado, hay caminos de piedra y la gente se traslada en caballo, eso nos envolvió por completo, ahí era quedarse. También la gente nos ayudó para cosas como el acento, ciertas actitudes”, recuerda la actriz Alejandra Cosío.

Para el vestuario de la época no fue requerida mucha investigación, pero sí lo fue en el caso de objetos como botellas. “En el vestuario, las faldas eran largas, y en el caso de los charros, si acaso, algunos detalles en botones y material; el rancho estaba casi abandonado cuando llegamos, así que se rehabilitó”, cuenta la directora. “Lo bueno de tener un rancho para la película es que podíamos extendernos, prácticamente se filmó con luz natural; todo lo facilitó estar ahí”, detalla. La arriera abrió el Festival MIX México, certamen de cine y diversidad sexual y de género