La cerámica vive especie de explosión

La cerámica vive especie de explosiónEl Seminario de Cultura Mexicana es el espacio donde Gustavo Pérez presenta su exposición Juego Infinito. Cortesía

La cerámica vive una especie de explosión, afirma Gustavo Pérez (Ciudad de México, 1950), artista y miembro de la Academia Internacional de la Cerámica que inauguró su exposición “Juego infinito”, en el Seminario de Cultura Mexicana.

Gustavo Pérez, quien se formó en la Escuela de Diseño y Artesanías de la Ciudadela y en la Saint Joost Akademie en Breda, Holanda, explica que actualmente nota un interés por la cerámica y su colección que no había visto en sus 53 años de carrera. “La gente se ha ido dando cuenta cada vez más de la extraordinaria riqueza expresiva del material. Pensar que el barro es un material para una producción tradicional o artesanal, estrictamente utilitaria, es algo muy limitado y los años han ido demostrando que con el barro se puede hacer todo. Con el barro se puede hacer escultura, pero en el barro se puede pintar, en el barro se puede hacer todo de una manera tan rica que para mí eso explica muy sencillamente ese enorme interés actual por la cerámica”, considera el artista como la razón de su creciente popularidad.

Sin embargo, Pérez conoció las bondades del barro en su juventud. Tras un calvario para encontrar su vocación, uno que lo llevó a las aulas de ingeniería, matemáticas y filosofía, finalmente llegó a este material en el que encontró algo que no le ofrecían las demás disciplinas: “La posibilidad de ver el resultado de mi trabajo”.

Parte de ese resultado se puede ver en la muestra, donde se exhiben piezas de cerámica que ha realizado de 2018 a la fecha, que dejan ver al visitante el juego de infinitas posibilidades que ofrece la cerámica, como formas orgánicas, geométricas, colores y esmaltes.

Entre esa variedad de cerámicas puede que haya un dejo sutil de su formación como matemático o filósofo, aunque Pérez siente que sería difícil afirmarlo. De lo que sí está seguro es de que la música clásica ha sido clave en su proceso creativo, aunque más que dictar el ritmo del torno, afirma que dicta el ritmo de sus pensamientos en el trabajo. “El desarrollo de mi producción a lo largo de estos más de 50 años ha sido ese juego que no termina”, refiere.