La chica del tren es un escalofriante thriller psicológico que sumerge al lector en la turbia mente de Rachel Watson, una mujer de alrededor treinta años de edad, devastada por su divorcio, alcohólica y deprimida.
Cada mañana, toma el tren de las 8:04 hacia Londres fingiendo ir a trabajar. Todos los días el tren se detiene en un semáforo, desde donde puede observar varias casas. En una de estas vive una pareja a la que Rachel le puso los nombres de Jason y Jess y sobre la que se ha imaginado una perfecta historia de amor.
Más tarde descubre que esa pareja no es tan perfecta. Un día ve algo perturbador en la terraza de la pareja, lo que la lleva a involucrarse en el misterio de la desaparición de Jessie, mientras lucha con sus problemas personales y con la policía.
La historia se cuenta desde la perspectiva de tres mujeres, incluyendo la esposa del exmarido de Rachel y la mujer desaparecida. La casa de esta pareja perfecta está cerca de la que Rachel compartía con su exmarido, Tom, quien ahora vive allí con su nueva esposa, Anna.
Poco después, Rachel se entera por las noticias de que Jessie, quien en realidad se llama Megan Hipwell, ha desaparecido. Es así como se involucra en la investigación, pero tiene un problema de alcoholismo que le provoca lagunas mentales y le impide recordar claramente los eventos de la noche de la desaparición.
Esto la convierte en un narrador poco fiable para el lector. A medida que la trama avanza, Rachel intenta armar lo que vio, mientras enfrenta su propia crisis personal y descubre que la vida de los demás no es tan perfecta como imaginaba.
La narrativa entrelaza los temas de la represión, el gaslighting y la memoria selectiva, para crear una atmósfera de suspense claustrofóbico. A medida que Rachel se sumerge en el misterio de una desaparición, el lector se ve obligado a cuestionar todo lo que ella cree ver y recordar, en un viaje lleno de giros inesperados que mantienen la intriga hasta la última página.












