La danza rebelde que nos dio identidad

La clase alta mexicana bailaba danzas europeas como el bolero y el fandango; diversas compañías de danza y teatro como los Sonecillos de mi Tierra llevaron el jarabe gitano a distintas partes de la Nueva España y tuvieron mucho éxito entre los indígenas y mestizos.

Sin embargo, el pueblo se divertía con su propia versión de los “zapateados españoles”, donde se mezclaban danzas indígenas, en las que las mujeres generalmente no participaban. En cuanto a la Iglesia y el gobierno, este baile no fue bien recibido; incluso llegaron a prohibirlo por creerlo ofensivo a la moral lo cual causó que el jarabe tapatío se convirtiera en un motivo de libertad.

La Independencia de México en 1821 trajo un nuevo sentido de la conciencia cultural y le dio mayor popularidad a este jarabe al convertirlo en un símbolo de identidad mexicana, como un acto de rebeldía y desafío ante la autoridad colonial.

Antiguamente se ejecutaba sobre una tabla de madera puesta en un amplio hoyo hecho sobre la tierra, también era común que se bailara en una trajinera. Pero no fue hasta 1910 cuando fue bailado oficialmente en el Teatro Coliseo de la Ciudad de México.

Arturo Chamorro Escalante, cuenta en su libro Mariachi antiguo, jarabe y son, que el jarabe tapatío se bailaba en Jalisco como parte de una tradición religiosa en la fiesta de San Juan Bautista, santo patrón de Tuxpan, donde se prometía al santo bailar con fervor y entusiasmo, respetar al público y abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas.

Chamorro Escalante también explica que en Jalisco no se aprende el jarabe tapatío en una escuela, sino que es por medio de la observación y la participación en las celebraciones, en donde se adquieren las bases del estilo, diseños y significado de este baile.

Charro y china poblana

La vestimenta de la pareja de bailarines es otra de las características del jarabe tapatío. El Charro y la china poblana se forjaron juntos después de la invasión francesa, ocurrida a mediado del siglo XIX, según se dice en Seis siglos de historia gráfica de México de Gustavo Casasola.

Antiguamente el charro vestía pantalón ajustado, blusa de manta, ceñidor rojo, sombrero de palma y frazadas al hombro (aunque antes se usaban calzoneras). La versión más actualizada del traje es un pantalón con botones de plata a un lado, chaquetilla con botones al frente, sombrero de ala ancha de cuatro pedradas y camisa blanca con corbatín al cuello.

Por otro lado, la china poblana antes usaba enaguas coloridas con tablones, un rebozo de bolita, opulentas trenzas y grandes aretes. Actualmente la blusa es bordada, mientras que la falda tiene el águila de la bandera mexicana con chaquira y lentejuela, sin dejar de lado las características trenzas tejidas con listones.

Desde los años veinte y treinta del siglo pasado, los trajes típicos del charro y la china poblana ya eran identificados en la sociedad mexicana, pero se impulsaron aún más en las conmemoraciones del centenario de la Independencia, en 1921.

La música del jarabe tapatío

La versión que hoy conocemos del jarabe se compone de sones de varias zonas de los estados de la República. Es en 1924 cuando se juntan distintos jarabes, sobre todo de regiones de Jalisco, para formar el tapatío que hoy conocemos.

Antes, el jarabe se bailaba entonando los sones donde dos hombres del pueblo cantaban imitando también la voz femenina. En sus inicios, el jarabe tapatío era interpretado por un mariachi conformado por un enorme arpón, violín, guitarrones o tamborcillo y clarinete.