En la colonia Tabacalera (zona centro de la Ciudad de México) hay un gran tesoro: el Museo Nacional de San Carlos alberga una gran colección de arte europeo que abarca movimientos como el gótico, rococó, barroco, romanticismo, neoclásico y renacimiento.
Este recinto, fundado en 1968, no es ajeno a las grandes obras de arte, pues en su acervo hay piezas de grandes maestros como Frans Hals, Peter Paul Rubens, Anton Van Dyck y obra gráfica de Albrecht Dürer y Francisco de Goya. Aun así, el museo no pierde su capacidad de asombro, y vaya sorpresa que recibió la semana pasada cuando se confirmó que una de las pinturas que posee es nada más y nada menos que de Sandro Botticelli, el mismo autor de íconos renacentistas como El nacimiento de Venus y La primavera.
La pintura
Se trata de La Sagrada Familia, una pintura de 51.3 x 38 cm, hecha en temple sobre tabla, que durante décadas fue atribuido al Círculo de Botticelli, pero el investigador de la colección Robert Lehman del Museo Metropolitano de Nueva York y experto en arte renacentista, Christopher Daly, no solo confirma que se trata de una obra hecha por la mano del artista, también señala que es un fragmento de un cuadro más grande que ha estado perdido desde hace siglos.
Hallazgo
Daly dio con el paradero de este fragmento hace 10 años, cuando estaba navegando en Internet y vio la imagen de una de las salas del museo donde se podía observar la pintura, una que conoció a partir de una fotografía en blanco y negro que data de 1911. En 2020, se animó a contactar al recinto.
“El curador de aquel entonces, Mariano Meza Marroquín me ayudó, me envió una buena fotografía de la obra, así como información de la pintura y desde cuándo estaba en el museo. Ahí fue cuando empecé a pensar más en ella porque el nivel de calidad era muy elevado e inicié la investigación”, cuenta en entrevista.
Descubriendo secretos
El especialista finalmente viajó a la Ciudad de México en 2023. Entonces, la obra se encontraba en el Centro Nacional de Conservación y registro de Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam), donde se sometió a luz ultravioleta.
“La calidad de la pintura, la técnica que es muy sofisticada, muy delicada, el dibujo que es seguro y firme... Cuando lo ves en relación con otras versiones de esta composición, es muy convincente. Especialmente la cabeza de la virgen, que tiene un gran sentido de belleza y vida. Todas estas marcas son típicas de Botticelli”, comenta el especialista sobre lo que vio.
Daly señala que la obra está dañada debido a que fue cortada en fragmentos de lo que pudo haber sido una Adoración de los Magos, un tema recurrente de Botticelli y su estudio, que hacía producción casi “industrial” ante la alta demanda de comisiones.
“La fragmentación fue probablemente el daño inicial y eso ocurrió hace siglos. Son muy pocas las pinturas de este periodo que sobreviven en prístinas condiciones”, añade Daly, aunque asegura que los daños no comprometen la legibilidad de su calidad.
El investigador —quien publicó estos hallazgos en la revista especializada The Burlington Magazine— comenta que la luz ultravioleta también deja ver que una figura en la esquina inferior izquierda fue borrada y que seguramente se cubrió a mediados de los 1900: “Probablemente se hizo para disfrazar el estado fragmentario de la obra, eso era muy común”.
Además, en la pintura hay un personaje pegado a la derecha que a Daly le despierta dudas. Supone que se trata de una construcción moderna, pues su apariencia es más “débil” que el trabajo que se hizo para pintar a la madonna, además de que no estaba en la foto que se hizo del fragmento en 1911.
Aunque considera que es como buscar una aguja en un pajar, Daly quiere encontrar los otros fragmentos de esta pintura y desea volver para seguir estudiando el cuadro.