La historia del velero hallado en Yucatán

Los lingotes pig iron, tubos, un cañón de aproximadamente 2.5 metros de largo y un ancla “almirantazgo” son algunos vestigios encontrados en Banco Chinchorro y que podrían haber pertenecido a un pecio inglés de finales del siglo XVIII o inicios del XIX.

En febrero de este año, un grupo de 12 especialistas emprendió un viaje a la Península de Yucatán y el Caribe Mexicano, en específico a la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro con el objetivo de inspeccionar un espacio que les señaló el pescador en retiro Manuel Polanco.

Hace unos años, explica en entrevista Laura Carrillo Márquez, investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el pescador Manuel Polanco les alertó sobre la existencia de algunos objetos en Banco Chinchorro.

La investigadora señala que los buceos tuvieron que ser “cortos” porque las condiciones ambientales no eran las óptimas: el viento, el oleaje y la corriente eran fuertes, pero eso no fue impedimento para que los investigadores pudieran ubicar y analizar algunas características de los vestigios.

Carrillo Márquez señala que por el paso del tiempo, los elementos orgánicos, como la madera atravesaron por desgastes que los condujeron hasta su desaparición, mientras que los elementos sólidos como el cañón, el ancla, los clavos y las tuberías quedaron depositados en las cordilleras del arrecife y esto provocó que con el paso del tiempo se convirtieran en uno solo.

Los desafíos ambientales

Los vestigios de la nave Manuel Polanco no se encuentran a grandes profundidades: el ancla está a casi un metro de la superficie; el cañón está a unos dos metros, y los lingotes pig iron (hierro con muchas impurezas) se ubican entre los 2.5 y los 3 metros de profundidad.

A pesar de que los objetos no se ubican a grandes profundidades, la encargada del Proyecto Banco Chinchorro señala que el contexto en que fueron encontrados es un elemento que en cierta medida, complica su estudio.

En México, explica Carrillo Márquez, hay contextos similares, tal es el caso del Parque Nacional Sistema Arrecifal Veracruzano (PNSAV), el Parque Nacional Arrecife Alacranes y la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro.

“Las tres son formaciones arrecifales inmersas en áreas de navegación y en las tres encuentras restos de naufragios. El pecio Manuel Polanco es la número 70 que se ha localizado en Chinchorro. La mayoría de los que se han encontrado están encallados sobre la barrera este del banco, otros están hundidos hacia el sur o hacia el norte”, indican.

Sin embargo, la nave se encuentra al sureste y su ubicación se convierte en un reto, afirma la investigadora, porque es la parte donde la corriente “pega duro”, además de que hay oleaje todo el año. Ante ese ambiente, los especialistas deben contar con más aditamentos que les permiten permanecer “fijos” en el fondo y así evitar que la corriente los arrastre o los golpee.

“Como hay muchas formaciones arrecifales, nos dañamos a nosotros y también a los bichos, tenemos que ser muy cuidados. Es un reto también porque los arrecifes crecen en cualquier superficie sólida y los restos culturales son un sustrato ideal para su desarrollo, por eso se nos dificulta identificar de qué objeto se trata”, agregó.

Las hipótesis por confirmar

Laura Carrillo Márquez expresa que tanto ella como su equipo están conscientes de que los vestigios no se pueden tocar porque además de un posible daño, podrían perjudicar a los “bichos” que ahí habitan, por lo que sus inspecciones son “lo menos intrusivas posibles”.

Aunque no pudieron tocar los vestigios, los investigadores determinaron que la nave fue un velero, conclusión a la que llegaron por el sistema de propulsión. “Para saber si es de vapor, es necesario encontrar las calderas, si es uno de carga, la propelas, motores o ejes. En este caso no encontramos ninguna evidencia de un sistema de propulsión a vapor o diesel eléctrico, lo que nos permitió suponer que la propulsión de esta embarcación era a vela. Las dimensiones no las sabemos, porque fueron dos inspecciones breves”, señaló.

Entre los objetos encontrados están láminas de recubrimiento, elemento que contribuyó al proceso de datación, porque antes los cascos de madera eran recubiertos con planchas de distintos materiales para proteger a la madera contra “ataques” del gusano de mar o del crecimiento de moluscos.

“Encontramos fragmentos de recubrimiento de cobre; así como clavos y pernos de cobre. En conjunto estos referentes nos permitieron hacer la datación que podría ser de finales del siglo XVIII o inicios del XIX. Es una hipótesis preliminar”, destacó.