El miércoles se cumplieron 99 años de haber sido abierto el sarcófago del faraón más joven en morir, el del rey Tutankamón, uno de los eventos más importantes en la historia de la arqueología. La cripta constaba de cuatro salas, una de ellas la cámara mortuoria, que sería abierta un 16 de febrero de 1923 por el arqueólogo Howard Carter y Lord Carnarvon, y contenía la tumba de un joven faraón egipcio de la época de oro de Egipto. Aquí te contamos sobre esta famosa tumba y cómo fue este histórico proceso de descubrimiento y apertura.
El descubrimiento de la tumba
Pasarían más de tres mil años para encontrar la tumba del llamado niño faraón, Tutankamón, la razón, encima de ella habían construido un campamento para trabajadores, lo que hizo que pasara inadvertida durante este tiempo. Todo inició en 1915, cuando el arqueólogo inglés Howard Carter buscaba una tumba faraónica intacta, tras más de siete años de excavaciones en las que perdió el financiamiento por parte del gobierno británico, encontró arena y piedra, y solo contaba con la ayuda Lord Carnarvon, dueño del castillo de Highclere, popularizado gracias a la serie Downton Abbe.
Tiempo después descubrió lo impensable en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor, el 4 de noviembre de 1922, una tumba que se mantenía intacta.
De acuerdo el Canal Historia de España, habían descubierto “la última morada de Tut-Ankh-Amón (o Tutankamón), un faraón de reinado fugaz del periodo conocido como Imperio Nuevo, la edad de oro del antiguo Egipto”.
Tutankhamón pasó a la eternidad con tan solo 19 años, la misma edad del joven que descubrió el primer escalón de su tumba, que más adelante sería conocida como KV62. El 26 de noviembre Carter y Lord Carnarvon entrarían en el recinto, tras romper el sello de piedra que custodiaba la entrada principal. Dentro encontraron 5 mil 398 objetos como carros de combates, vasijas con alimentos y bebidas, flores que se destruyeron tras ser tocadas por Carter, objetos de oro, animales momificados y sus representaciones, un ajuar, los bastones y las sandalias con soportes que señalaban una deformidad en las piernas de este rey.
El objeto más valioso de las tres primeras cámaras era un puñal de hierro; este metal es muy escaso en Egipto por lo que solo se encontraba en meteoritos y se reservaba para los entierros reales. La tumba, debido a la riqueza de los objetos encontrados, ha sido uno de los mayores hallazgos arqueológicos de toda la Historia.
El faraónico recinto
El salón medía cuatro por seis metros y encontraron joyas, estatuas, y en el centro, tres sarcófagos, que de acuerdo con el portal medium.com, el primer sarcófago era piedra, donde estaba una inscripción con el nombre del propietario (Tut-Ankh-Amon), el segundo hecho de madera, y el tercero de 114 kilogramos de oro sólido.
El equipo de Carter lo abrió y se encontró con la máscara mortuoria del rey. Había sido fabricada con los materiales más caros de la época, con oro de Nubia, lapislázuli de Afganistán, cuarzo de Libia, Obsidiana del Cáucaso y otras piedras preciosas traídas de la India y China.
En las investigaciones sobre el faraón se describe que el cadáver estaba mal momificado. La piel había sido quemada con la sal de natrón y el corazón no se encontraba en el cuerpo, tampoco estaban los vasos canopos junto al resto de los órganos; el rey Tut había muerto de forma inesperada, que de acuerdo con un grupo de científicos ingleses dirigidos por el doctor Chris Naunton, director de la Sociedad de Exploración de Egipto, el faraón habría fallecido por un “accidente de tráfico”. “Al parecer debía encontrarse de rodillas cuando fue atropellado por un carro rompiéndole las costillas, la pelvis y aplastándole el corazón”.
Víctimas de la “maldición”
Después del descubrimiento y de abrir el sarcófago del faraón, se tejió una leyenda de una supuesta maldición que acabó con la vida de aquellos que osaron ingresar a la recámara eterna del rey. De acuerdo con un artículo de El País, el caso más famoso es el de Lord Carnarvon, que murió tras ser picado por un mosquito en la mejilla. Parece ser que al afeitarse se le infectó la herida que causó el fatal deceso.
A la muerte de Carnarvon siguió la de su hermano, Aubrey Herbert, que fue testigo del descubrimiento de la momia. Y no se libró el hombre que dio el último golpe al muro que blindaba la cámara donde se encontraba el sarcófago. Tampoco se salvó de la maldición la persona que radiografió a la momia de Tutankamón.