La mujer presidenta, la puso el feminismo
Cristina Rivera, estuvo en la Feria Internacional del Libro Monterrey. Cortesía

La elección de una mujer presidenta en México, con “un voto tan apabullante, tan definitorio” es, para Cristina Rivera Garza, un logro increíble: “Yo creo que esta mujer presidenta que vamos a tener la puso el movimiento feminista en México, que ha sido definitorio; que ha sido el compás moral, la verdadera oposición en los últimos diez o veinte años. Ese movimiento de mujeres feministas ha puesto en el centro de la conversación, ha hecho ineludible hablar de cuestiones que tienen que ver con género, con mujeres, con género, con cuerpos no normativos. Sin ese empuje, sin esa demanda hubiera sido impensable un voto tan mayoritario por una mujer. Eso son los datos, no lo estoy inventando”, dijo la ganadora del premio Pulitzer en la categoría de Memoria o Autobiografía, durante la rueda de prensa que ofreció a medios nacionales en el segundo día de actividades de la Feria Internacional del Libro Monterrey que se lleva a cabo en el centro de convenciones Cintermex.

Para poner en contexto lo que dijo, la escritora recordó que su madre, nacida en 1943, vivió los primeros diez años de su vida en un país, México, donde las mujeres no podían participar en elecciones federales: “Lo he dicho con mucha honestidad. En 1943, todas las mujeres podían votar en elecciones municipales, pero no en elecciones federales. El voto a las mujeres en elecciones federales se garantiza en México en 1953. Su ciudadanía, por lo tanto, era bastante limitada”, continuó la autora de El invencible verano de Liliana y celebró que 80 años después la situación del país sea muy distinta, aunque no descartó lo que otros gobiernos han demostrado al respecto: “el hecho de que tengamos mujeres líderes o en posiciones de poder tampoco implica que van a tener, naturalmente, políticas feministas o en favor de las mujeres. Les recuerdo un ejemplo que conocen bien: Margaret Thatcher. Pero hay muchos más. Todo va a depender de una sociedad civil activa que sepa hacer sus demandas y que sepa, igualmente, ganar el corazón del debate público, de la conversación pública. Creo que nos corresponde, a nosotros como sociedad civil, mantener ese estado de alerta y una claridad también sobre el país que queremos”.

Aniversario

Además, uno de sus libros más famosos, Nadie me verá llorar, cumple este año un cuarto de siglo. Para celebrarlo, el sello editorial Random House ha preparado una nueva edición, limitada, que incluye una nueva portada, un ensayo y un cuadernillo con transcripciones de los papeles de Modesta Burgos, en quien se inspira el personaje principal de la novela. El libro, que desde sus inicios estuvo en Tusquets, ahora pasó a Random y fue presentado en el Auditorio B de la Feria.

“Queríamos ofrecer algo único a los lectores. Teníamos que ofrecer una nueva portada, pero hay un reto cuando un libro es muy bien conocido por su portada”, abundó y contó que, junto a las editoras de Random House, se dirigió al archivo en busca de material para el libro. Decidió no utilizar una fotografía de Modesta, sino los papeles con su letra a mano para poner el acento en la forma que se expresaba y no en la visión que tenían de ella los demás”.

Una vía para descifrar esa escritura y ponerse “literalmente en su mano” fue colocar papel cebolla encima de las hojas y transcribir. “Quería confrontarme a su letra, la escritura es una tecnología del cuerpo, cada uno se acopla de formas distintas”. Burgos, nacida en 1885, estuvo en el manicomio general La Castañeda desde los 35 años hasta su muerte, en la década del 70, contó Rivera Garza.

Debido a temas de privacidad que atañen a la Ley General de Archivos, en la novela Modesta Burgos se llama Matilda. Sin embargo, hace unos años, un cambio en la ley permitió a la escritora utilizar el nombre verdadero: “Modesta Burgos regresa con su propio nombre y su propia letra. Esto puede ofrecer claves para una lectura renovada de la novela”.

Por último, se dijo agradecida con el Premio Pulitzer y precisó que la clasificación en la que ganó (Memoir or Autobiography) está acotada en el mundo anglosajón: “Generalmente se le pone a libros que cuentan historias muy lineales de confirmación de la realidad con los que yo no asoció ni a El invencible verano de Liliana ni a ninguno de mis libros”, señal y, entre risas, concluyó que tampoco le habría dicho a la gente del Pulitzer que no le dieran el premio o que cambiaran el nombre a la categoría.