La naranja mecánica, una obra maestra

Inspirado en la novela del escritor y compositor británico Anthony Burgess, Stanley Kubrick adaptó esta historia en 1971, nueve años después de que su autor lanzara el libro que a muchos cautivó, y que a otros escandalizó: A clockwork orange, disponible en Max, Prime Video y Apple TV.

Burgess dijo que escribió esta obra inspirado en el estilo primitivo de la juventud que le tocó observar en su etapa creativa. La historia es la de Alex DeLarge, un chico, líder de un grupo de jóvenes, los “Drugos”, a quien le gusta escuchar a Beethoven, tanto como el sexo y la ultraviolencia.

Hay dos grandes motivos que generaron que Burgess escribiera este texto: por una parte, plasmar en una trama ficticia un hecho real, el que él tiene como referente es el ataque que cuatro soldados estadounidenses (desertores) perpetraron contra quien fue su primera esposa, todo esto en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Si bien el atropello no tuvo tintes sexuales y sí de robo, el hecho generó que la mujer abortara al hijo que esperaba, y eventualmente esto la llevó a la muerte. La otra razón por la que el autor escribió no solo La naranja mecánica sino gran parte de su obra literaria tiene que ver con la preocupación de dejar desprotegida a su esposa ante un desafortunado diagnóstico médico que recibió, por lo que se propuso escribir para beneficiarla en su ausencia, a través de los derechos de autor.

Alex y sus amigos hacen generalmente su voluntad, lo mismo asesinan o ultrajan a alguien, y Burgess posiciona a estos chicos como una parte oscura de la sociedad contra el Estado pero es este, la institución rectora del orden y de la seguridad y la justicia, el que ejerce un grado de violencia mayor sobre este chico, al ser traicionado por uno de los suyos.

En la adaptación cinematográfica que Kubrick hace se percibe su estilo visual, la trama le da mucha tela de dónde cortar para explayar la narrativa provocativa que dominaba, y todo esto, aunado a la música clásica que sirve de fondo, adereza de forma fina y contundente algunas de las escenas más icónicas de la historia del cine. Por muchas razones, es y seguirá siendo una de las cintas más discutidas y más estudiadas.

Otro punto a resaltar es que una buena historia y una gran dirección no serían suficientes de no haber un actor a la altura de los personajes. Para fortuna de Stanley Kubrick, Alex DeLarge encontró en Malcolm McDowell a su mejor intérprete, quien para 1971, cuando se realizó el rodaje, tenía 28 años; sin embargo, ese fue un detalle menor a la hora de hacer su trabajo ante la lente de la cámara, que atrapó la compleja dualidad de Alex que abarcaba un rango que va del carisma a la brutalidad.