Silvia Pinal no se desmaquilló la noche que su hija Viridiana sufrió el accidente que le quitó la vida, la actriz llegó muy cansada de una reunión y apenas pudo ponerse la bata y acostarse, pasaba de la una de la mañana, durmió pensando en que su hija, producto de su relación con el productor Gustavo Alatriste ya había regresado de la fiesta a la que fue y que dormía en su habitación, pues la puerta estaba cerrada.

Horas antes del accidente automovilístico en el que Viridiana, quien comenzaba su carrera como actriz perdió la vida el 25 de octubre de 1982, madre e hija tuvieron una breve charla en la recámara de la joven de 19 años sin saber que esa sería la última plática entre ellas, Viridiana estaba trabajando con su madre en la telenovela Mañana es primavera, por lo que había renunciado al programa de comedia Cachún Cachún Ra Ra y a la obra de teatro Tartufo de Molière. “‘Te quiero hija’, le dije mientras cerraba la puerta de su cuarto. ‘¡Y yo a ti má!’, la escuché responder”, contó la actriz en su libro biográfico Esta soy yo, donde confiesa que la muerte de su joven hija, la que era más cercana, la más a fin, y también la más parecida físicamente, ha sido el peor dolor de su vida.

“Me despertó el timbre del teléfono, era la primera llamada, todavía estaba oscuro; preguntaron por Viridiana, sentí un escalofrío horrible, no le di mucha importancia. Todo está bien, pensé. Después las llamadas continuaron”, recordó Pinal en su libro, donde detalla que ante la insistencia de quienes llamaban por teléfono preguntando por su hija, ya no pudo conciliar el sueño.

“Sí, aquí está, llegó anoche del teatro, no sé a qué hora, su puerta está cerrada, en cuanto despierte le digo que llamaste”, respondía Pinal a las insistentes llamadas telefónicas que la comenzaron a alertar cada vez más, lo peor vino cuando prendió el radio y escuchó en las noticias que un automóvil Atlantic, azul cielo se había accidentado. Silvia y su prometido Tulio Hernández le habían regalado un carro con esas características.

Entonces el teléfono sonó otra vez y comenzó la pesadilla para Silvia Pinal, era su hija mayor Sylvia Pasquel, quien le dio la noticia de la muerte de Viridiana, Silvia no podía creerlo, insistía en que su hija estaba dormida en su habitación, así que Pasquel insistió: “Mamá, ya la vi y está muerta”.

El automóvil de Viridiana se había derrapado en una curva, su cuerpo aún estaba en el lugar, entonces Silvia Pinal se puso la misma ropa que había usado en la cena una noche antes, un traje de piel color calabaza con plumas en el cuello, no quiso ir de negro porque aún pesaba que todo se trataba de un error, ¡su hija no podía estar muerta!

Cuando llego al lugar del accidente estaban rescatando el cuerpo de Viridiana que había quedado prensado en el automóvil, cuando lograron hacerlo, después de varios intentos, lo subieron en una ambulancia, Pinal se fue con ella, no pudo tocarla, solo miraba sus restos cubiertos en medio de la confusión. “No me permití abrazarla, de ninguna manera podía sentir la frialdad de la muerte en aquel cuerpo que había visto unas horas antes. Mi niña, quien era mi gran felicidad y mi compañera, la mejor estudiante, con un futuro prometedor. No, no la toqué, no pude, habría sido como dar el cierre definitivo a algo que no aceptaba”, relató.

Silvia Pinal no recuerda quién hizo los trámites en la delegación y en la funeraria, ella estaba muy ofuscada. El shock le duró mucho tiempo, no aceptó el fallecimiento de su hija, a quien también tuvo que despedir en la telenovela Mañana es primavera en una escena muy parecida a lo ocurrido en la vida real: un adiós a su recámara con la voz entrecortada; después de varias tomas por fin quedó la escena.