En la música, tarde o temprano todo artista debe reinventarse: ya sea en su imagen, en su sonido, en su show, en cómo se dio a conocer o quizá en todo lo anterior. Eso hizo Lady Gaga durante el último año: se reinventó para lograr Joanne, su nuevo disco.
Para Gaga los tacones de más de 10 pulgadas, los vestidos extravagantes —incluyendo uno de carne cruda—, los trajes de látex y el dramático maquillaje han dejado de expresar lo que siente como artista. No reniega de lo que ha hecho como profesional, pero para ella llegó el momento de cambiar, de vestir con ropa convencional y retomar los sonidos del Upper East Side de Nueva York, donde creció.
“Para ser franca prefiero ir solo sobre el ciclo de este disco y hablar de la música. Eso sería genial, porque se convierte en todo lo demás y eso fue lo que alguna vez quise. Pero si solo uso playeras y pantalones negros al vestir diario, la gente podría escuchar lo que escribo. Todos los vestuarios, la moda y las piezas de arte a lo largo del tiempo tuvieron sentido para mí, no para otra persona.
“Pero siempre lo tuve, era una forma de expresión, no de esconderme. Esta vez mi estilo se mantendrá natural a como estuve en el estudio. Empecé de una forma enérgica a decirme: ‘quítate esta ropa, ¡no la voy a usar! ¡No voy a usar tacones!’, y parte de eso también es que estuve en el estudio con los chicos. No puedes hacer música con un montón de chicos viendo la langosta que traes en la cabeza. Se van a distraer”, comentó Gaga en una entrevista que otorgó a Jonathan Dean y que “The London Times” publicó el 16 de octubre.