Una mujer, una montaña y luego cuerpos de desaparecidos que son escupidos y quedan expuestos. Elementos de El monte de las furias (Random House), la nueva novela de la escritora uruguaya Fernanda Trías, que partió, afirma, del deseo de explorar, mediante la escritura, estas dos voces femeninas: la mujer, una montañera, y la montaña.
“Para mí era interesante pensar que estas dos subjetividades, feminizadas, silenciadas, tomaran la palabra. La mujer mediante la escritura que me parece algo súper importante. Ella escribe sus cuadernos, en principio son unos diarios, luego vamos viendo como con el paso de los cuadernos se va liberando y aceptando que tiene un poder y se va apropiando de él y mediante la escritura se va apropiando de su propia historia”, afirma la narradora.
Su protagonista contiene muchas de las preguntas con las que la propia Trías se posicionó ante la escritura. “La escritura me permitió pasar a decir ‘yo voy a escribir’. Yo recuerdo eso como un vértigo, una sensación de impostora total. Era ¿cómo, en los años 90, en un pequeño país, yo tengo derecho a escribir?, y era preguntarme ¿lo que yo quiero escribir le interesa a alguien? Lo mismo me parece que le pasa a esta mujer”, dice la autora nacida en Uruguay en 1976.
También está la rabia y su rabia, que, dice, es una emoción muy reprimida y mal vista en la mujer. Ese veneno corre desbocado dentro de la protagonista, porque Frías quería trabajar esa emoción furiosa. “Tenemos todos los motivos del mundo para estar furiosas y encima no se nos permite, no estamos habilitadas a mostrar esa furia que está mal vista”, señala la también creadora de la novela Mugre rosa, obra ganadora del Premio Sor Juana Inés que otorga la FIL Guadalajara.
Ante la incertidumbre
La escritora asegura que en la lucha feminista este es el momento en el que más hay que resistir, porque se puede caer en el engaño de que estos años de lucha conquistaron cosas y que esas conquistas ya no se pueden perder. Considera que hay un cansancio que se acumula y que lleva a decir: “Ya lo logramos, descansemos un rato”.
“En ese rato puedes perder todo lo que avanzaste como ya lo hemos visto. Como lo vemos en países como Irán. En Irán había una gran libertad para las mujeres. Ya nadie iba con burka, hacían lo que querían, igual iban de minifalda. Y estudiaban y trabajaban y de pronto todo se fue para atrás. Está todo lo que está pasando en Estados Unidos, que es una gran influencia que nos aplasta, donde hay una fuerza retrógrada que quiere ir para atrás en muchos derechos de las mujeres y de la comunidad LGTB. Lo que veo es que este es el momento de no descansar, que hay que mantener más la lucha justamente para no permitir el retroceso”, afirma.
También dice que es un tiempo de gran incertidumbre y de grandes dolores por lo que está pasando en Palestina y la persecución a los migrantes en Estados Unidos. Es un tiempo, destaca, en el que podemos llegar a perder toda la esperanza, pero justamente por eso hay que resistir y tratar de mantenerse con fuerzas. “Esas fuerzas se mantienen mediante la comunidad y apoyándonos y sosteniendo a nuestra comunidad, porque el cansancio sí es real, y te da una sensación de no avanzar, y la comunidad ahí tiene un papel fundamental en sostenerte”, asevera.
A Frías le duelen también los feminicidios y las desapariciones. Asegura que este libro tiene influencia mexicana, en Guadalajara, conoció la rotonda de los desaparecidos, mujeres y jóvenes. “Me generó un impacto muy brutal esta idea de que alguien podía salir de su casa y lo levantaban y nunca más volvía. Además, el tema de las madres buscadoras me impactó muchísimo y en el momento en mi protagonista dice ‘alguien los está buscando, en algún lugar alguien los está buscando’, yo la pensaba como estas madres que están buscando a sus hijos y no los encuentran, pero hay alguien que está cuidando esos cuerpos, y si están aparecidos aquí es porque están desaparecidos en otro lugar”, concluye.