Las oscuras primaveras

Las oscuras primaveras

La historia gira en torno a la insatisfacción personal y existencial de dos individuos que se desean desde el primer segundo que se cruzan, pero que no son libres para poseerse. Esta anécdota solo se plantea al inicio de la película para así desembocar en el desenvolvimiento de las dos historias principales y el porqué del vacío interno que viven y los hace sentirse miserables en el entorno de la primavera de la nublada Ciudad de México; sin embargo, esa tensa relación logra tener una culminación dentro de un final que deja sin palabras.

La película se forma gracias a un muy buen conjunto formado por la fotografía de Tonatiuh Martínez, un guión de Carlos Contreras acompañado de la excelente musicalización de Emmanuel del Real (Café Tacuba), la dirección de Ernesto Contreras y las actuaciones de José María Yazpik y dos grandes, enormes, actrices: Irene Azuela y Cecilia Suárez.

Talento en la pantalla

En esta ocasión, Irene Azuela muestra ese lado de “mujer corriente”, que se tiene que vestir bien para su trabajo de oficina pero muestra su verdadera personalidad al salir a la calle; su mismo hijo lo piensa. En conflicto por el deseo de una libertad pasional y la intención de ser una buena madre, una cosa frustra a la otra.

Irene es una actriz que tiene un romance impresionante con la cámara, ya que a pesar de no ser la belleza exorbitante que (por desgracia) se espera ver en las actrices, su corporalidad, su proyección de voz y su gesticulación siempre son exactas para lograr una buena toma, combinándolo claro con una buena dirección. Sus estudios en Teatro Físico y Máscaras vaya que rindieron frutos, aunados a su talento nato.

Por otra parte, tenemos a Cecilia Suárez. En este caso: ¿cómo saber que se es buena actriz? En pantalla es la más convincente como la mujer luchona que hace trabajo doméstico y trata de ser la mejor de las esposas aunque el autoestima lo tenga por los suelos. Suárez logra ganarse la empatía (por no llamarle lástima) del espectador al ser la esposa buena, abnegada y trabajadora que trata de mantener feliz a su marido hasta que el hartazgo la alcanza. El final de este personaje nos hace pensar que efectivamente, no siempre todos obtienen lo que se merecen. Sin duda alguna, también convence de que es una excelente actriz capaz de convencer en cualquier papel que le pongan.

Un plus también es disfrutar de la actuación especial de Margarita Sanz. Quizá lo único que causa un poco de ruido durante la película son dos cosas: es un punto común en el cine mexicano, pero esas pausas y esos silencios tan prolongados en los diálogos con la pretensión de darle “profundidad” a las escenas, para que cuando emitan palabra ni siquiera se escuche bien. En este caso, la mayoría de estos momentos caen en el personaje de José María Yazpik.

Otro punto común por la que mucha gente critica al cine mexicano es por el abuso de desnudos. En ese caso, aunque no son vitalmente necesarios, sí están justificados.

Las joyas aquí son la musicalización, la fotografía y las actuaciones de Azuela y Suárez. La cinta obtuvo 10 nominaciones al Premio Ariel, incluyendo mejor película, mejor dirección, mejor fotografía, mejor actriz (Irene Azuela), mejor coactuación femenina (Cecilia Suárez y Margarita Sanz), ganando las preseas por mejor montaje, mejor sonido y mejor música.