La película cuenta una historia que hemos visto infinidad de veces: un personaje cínico y sin rumbo encuentra su lugar en el mundo y va redimiéndose por todos los errores que ha cometido. Para ello, Last Christmas echa mano de una curiosa historia romántica que es la que permite que Clarke y Golding compartan una buena cantidad de escenas juntos. Todo esto se podría describir como puro algodón de azúcar, que te entra bien en pequeñas dosis si justo te apetece algo así pero que puede acabar saturando si tomas demasiado.
El guión firmado por Emma Thompson y Bryony Kimmings parece consciente de ello y se preocupa por introducir píldoras cómicas cada pocos minutos para que lo más menos entrañable de la propuesta nunca se vuelva irritante. Es cierto que todo nos lo vemos venir y que la trama central está resuelta de tal forma que nos hace replantearnos todo lo visto y concluir que la búsqueda de la magia navideña no está demasiado conseguida.
De hecho, afecta a la propia credibilidad del optimista mensaje que nos quiere hacer llegar hasta el punto de que no me sorprendería que muchos acaben echando pestes de Last Christmas por ello. Y es que se puede perdonar que hasta entonces todo sea muy funcional, pero todo tiene un límite.
Agradable hasta cierto punto
Por su parte, Paul Feig sabe cómo modular esas dos vertientes desde la puesta en escena, apoyándose para ello en la muy conseguida fotografía de John Schwarztman para destacar la ambientación navideña en otro momento. Sí es cierto que la película resulta previsible en todo lo que propone, pero se crea un pequeño microcosmos en el que esos excesos cinematográficos pesan menos que la calidez que puede llegar a transmitir al espectador.
La química entre Clarke y Golding también aporta su granito de arena, sobre todo en sus primeros encuentros al haber un contraste mucho más grande entre ambos. Ella está muy convincente como bala perdida que no termina de recuperarse emocionalmente de la operación a vida o muerte que tuvo tiempo atrás y él viene a ser una especie de faro moral que la guía. Eso sí, el encanto no es el mismo al estrecharse su relación cuando debería suceder justo lo contrario.
En parte creo que el principal problema de la película es que en lo argumental está cogida un poco con pinzas para crear la estructura alrededor de varias canciones de George Michael. Y Last Christmas le viene de fábula y hay algún caso como “Wake me up before you go go” que encajan como un guante, pero la propia concepción de la historia alrededor de las mismas acaba resultando un problema para la misma. Hay ocasiones en las que da la sensación de que el guión ha ido en tal dirección solamente porque cuadraba con la música en lugar de sentirse como una sinergia orgánica.
Sin duda, uno de los grandes desatinos es prometer cosas que luego no puede cumplir a cabalidad. Incluso, la manera en la cual el tráiler la promociona es errónea, al hacer pensar al espectador que podría estar frente a una historia donde la música del ya fallecido cantautor George Michael jugase un rol activo en la existencia de Kate, como le pasaba al protagonista de La música de mi vida de Gurinder Chadha con las composiciones de Bruce Springsteen.
Desafortunadamente (al igual que muchos otros temas tocados por el guión) termina reducido a nivel anecdótico o empleado como vistoso adorno, o mero pretexto para incluir varios temas del artista pop en el soundtrack de la cinta. De ese modo, Feig desperdicia la oportunidad de oro de ofrecer una comedia original, irreverente y memorable con la Navidad de trasfondo; presentando en su lugar un trabajo entretenido pero desigual, que termina avasallado por los convencionalismos y la cursilería de los cuales el mismo filme se mofa en su primera parte; quedando solo como vistoso e inocuo entretenimiento de temporada o de fin de semana.
Sin aspirar a competir con la esencial Love actually, con la que comparte la humanista y tragicómica mirada alrededor de todos los personajes, grandes y pequeños, Thompson toma parte de esa magia construyendo un retablo navideño donde el amor es lo más poderoso y la delicadeza su manual de uso.
Last Christmas no engaña a nadie, algo que no se puede decir de otros films y autores. Enciende su abeto con todas las luces de la comedia romántica canónica y coloca en lo más alto la estrella de Oriente de lo que el género navideño acuñó hace ya décadas, acaso desde el mismo Capra y su ángel en prácticas visitando a un suicida James Stewart en Bedford Falls.
No faltan el espumillón, las decoraciones, un Londres de postal en la que te quedarías a vivir eternamente, pistas de patinaje, la idea de familia separada a unir y villancicos. Concretamente el que da título al largometraje, obra de un George Michael que es el verdadero espíritu jovial de Last Christmas con su playlist convertida en el dickensiano narrador de una historia imposible y bellísima de amor en Navidad.