En septiembre del 2002 se dio a conocer la noticia de que la actriz Laura Zapata, junto a su hermana Ernestina Sodi, habían sido secuestradas cuando un grupo de criminales las atraparon afuera de las inmediaciones del teatro San Rafael, y aunque luego de 45 días, ambas gozaron nuevamente de su libertad, a raíz de este suceso, las cosas entre Laura y el resto de los integrantes de su familia no volverían a ser iguales.

Así lo declaró en entrevista concedida a Pati Chapoy, en la que destacó que, desde que tiene memoria, fue una hermana amorosa para Gabriela, Ernestina, Federica y Thalía, a quienes su madre, Yolanda Miranda, tuvo a lado de Ernesto Sodi Pallares.

De acuerdo con la famosa, debido al carácter estricto e intransigente de Sodi Pallares, cuando visitaba a su madre, pues al rehacer esta su vida, ella fue criada por su abuelita Eva Mange, casi no veía a sus hermanas, por lo que en los momentos en que interactuaban era cuando la propia Zapata las llevaba a que la acompañasen a sus actividades y conocieran como era su estilo de vida como actriz.

“Yo siempre las jalé a lo mío, a mi mundo; yo fui muy buena hermana, la verdad yo las quería, sí, te hablo en pasado definitivamente porque creo que el amor se gana, ahora se acabó esa hermana”, determinó. “Yo creo que no porque compartas sangre, apellido, tengas que resistir, tengas que soportar, tengas que permitir”.

Esta decisión la tomó debido a que se dio cuenta que sus hermanas no la tenían en la misma estima, situación de la que se percató, en primera instancia, cuando su secuestro sucedió. “A mí se me empezó a caer la venda de los ojos en el secuestro”, destacó.

Asimismo, recordó el momento en que ella y Ernestina salían de las instalaciones del teatro San Rafael, ubicado en la alcaldía Cuauhtémoc, y unos hombres las “levantaron» en una camioneta. A partir de ahí vivió un infierno de 45 días, pues si bien, ella fue liberada antes que Ernestina, el suplicio no acabó para ella, que quedó como la comisionada de negociar el secuestro de su hermana menor.

“Yo salí a negociar su vida”, afirmó, pues recuerda que los secuestradores pedían 5 millones de dólares, cantidad que pretendían que les fuera dada por Tommy Mottola, el esposo de Thalía. Sin embargo, la actriz les comunicó que, aunque su hermana estaba casada con el productor musical, no tenía una relación familiar con él, pues ni siquiera hablaba en inglés y la única vez que había interactuado solo se habían saludado cordialmente. “Qué compromiso tan grande, tenía que sacar de alguna manera a Ernestina, no me iba a perdonar nunca que la mataran y que yo hubiera salido; Yo no sé qué era peor, estar secuestrada o yo ser la negociadora de la vida de ella”, expresó Zapata.

En cuanto Laura volví a su casa, su hermana Federica abrió la puerta y la recibió en un emotivo abrazo; en la casa, su madre y abuela también la esperaban, y al verse en el espejo, la actriz se sorprendió de que era incapaz de reconocerse a sí misma, pues temió de su propia apariencia.