Los 4 Fantásticos fueron creados por Stan Lee y Jack Kirby a principios de la década de 1960, pero a pesar de su longevidad no han tenido demasiada suerte en sus sucesivos saltos al cine (tanto las películas dirigidas por Tim Story para la Fox en 2005 y 2007 como el reboot de 2015 filmado por Josh Trank resultaron bastante decepcionantes).
Ahora, Marvel reflota a Reed Richards/Sr. Fantástico (Pedro Pascal), Sue Storm/Mujer Invisible (Vanessa Kirby), Johnny Storm/La Antorcha Humana (Joseph Quinn) y Ben Grimm/La Mole (Ebon Moss-Bachrach, el Richie de The Bear) con la idea de potenciarlos y sumarlos al nuevo universo de la Fase 6 (un cartel al cierre de esta cinta nos informa que volverán el año próximo en Avengers: Doomsday).
Convertidas en celebridades mediáticas luego de cuatro años de proteger a la humanidad contra múltiples y diversas amenazas (el típico prólogo que sirve para contar el pasado de los protagonistas es corto, veloz y eficaz), encontramos a Reed Richards y a Sue Storm en la realidad paralela de la Tierra-828, aunque el look es propio de la Nueva York de los años 60.
En una casa digna de una sitcom como Hechizada o El show de Dick Van Dyke, vemos que Sue le cuenta a Reed que finalmente ha quedado embarazada. La pareja había estado buscando un hijo durante mucho tiempo, pero justo cuando habían abandonado la idea ella le muestra las rayitas del test con la buena nueva. Y ese bebé resultará tan especial que hasta el mismísimo dios del espacio, el gigantesco Galactus (Ralph Ineson), y su guerrera Shalla-Bal/Silver Surfer (Julia Garner) harán todo lo posible para apoderarse de la criatura y, de paso, destruir la Tierra y exterminar a la humanidad.
Lejos de la solemnidad y las búsquedas pretenciosas de tantas películas de Marvel, Los 4 Fantásticos: primeros pasos apuesta por un tono más naif como el de, por ejemplo, Guardianes de la Galaxia. Por momentos algo superficial en la descripción de los personajes, sus conflictos y sus traumas, y con menos gags de los que uno desearía, la cinta de Matt Shakman encuentra sus mayores méritos y hallazgos en la estética retrofuturista de esos años 60 y en la dinámica de las secuencias de acción que nos transportan a la esencia, el espíritu del cómic original.
Un Marvel diferente
Uno de los mayores aciertos de esta nueva adaptación es que presenta un excelente punto de entrada al Universo Cinemático de Marvel. Esta es una entrega diferente e independiente, sin conexiones directas con otras producciones de la saga, que le permite existir y sostenerse por sí sola. Esto se nota tanto en la ausencia de los habituales “cameos”, como en su estética y tono.
El mundo que plantea es único dentro del universo Marvel: con avances tecnológicos notables, pero con un diseño visual que refleja claramente a los años 60. El increíble diseño de producción logra transmitir una nostalgia elegante hacia la era dorada de los cómics, a pesar de que por momentos abuse del uso de pantallas verdes. Aun así, en gran parte del tiempo logra el cometido de parecer una historieta en movimiento, con una infusión moderna que la hace resaltar en pantalla.
Este enfoque se complementa con una excelente banda sonora compuesta por Michael Giacchino, que mezcla sinfonías épicas con música tecno, generando un balance entre lo retro y lo contemporáneo.
En cuanto al tono, la película apuesta por reducir el humor para dar espacio al drama. A diferencia de otras producciones de Marvel, aquí los chistes son menos frecuentes (aunque igual tiene chistes desechables), lo cual le da una identidad distinta y evita, al menos parcialmente, que los fanáticos sientan la repetición que arrastra la “fórmula Marvel”.
El elenco
Con Marvel, siempre hay que pensar en el largo plazo. Ya está confirmado que estos personajes volverán en Avengers: Doomsday, por lo que este primer vistazo era clave para evaluar al nuevo reparto. Afortunadamente, tanto para el estudio como para los fanáticos, estos papeles están en buenas manos.
Pedro Pascal encarna a Reed Richards (Mr. Fantástico) con sobriedad. Aunque el guion no le da tanto espacio como se esperaría, logra transmitir las complejidades de un hombre dividido entre la responsabilidad de salvar al mundo y cuidar a su familia. Este se complementa bien con Vanessa Kirby, quien interpreta a Sue Storm (la Mujer Invisible), y brilla en su triple rol de líder mundial, superheroína y madre.
Joseph Quinn, como Johnny Storm (Antorcha Humana), entrega una actuación carismática y se convierte en una pieza clave para la trama. Por último, Ebon Moss-Bachrach, reconocido por su papel en la serie The Bear, interpreta a Ben Grimm (La Mole). Su voz encaja perfecto, aunque su actuación se ve algo limitada por el personaje, hecho completamente de efectos digitales. Aun así, los cuatro actores logran imprimir personalidad a sus roles y generan expectativas para su regreso en futuras cintas.
Una historia a la que le falta tiempo
El mayor problema de la película radica en su duración. Aunque se extiende casi por dos horas, el desarrollo de la historia se siente apresurado y poco profundo. Los 4 Fantásticos avanza por la trama principal sin dejar espacios para que veamos a esta familia interactuar a menudo ni comprender en su totalidad las motivaciones de estos personajes.
Da la impresión de que existía una versión más larga (probablemente de tres horas) que fue recortada y pegada para dejar solo lo justo y necesario. Esto genera momentos desconectados, con personajes que aparecen sin contexto o interacciones que sugieren un trasfondo que nunca se muestra. La historia pierde cohesión, y aunque hay escenas espectaculares —especialmente las espaciales— y un villano verdaderamente intimidante, queda la sensación de que algo faltó.
En definitiva, el regreso de Los 4 Fantásticos es una buena película dentro del MCU, pero está lejos de entrar en el top 10 de Marvel. El consuelo para los fanáticos es que esta saga les permitirá volver a ver a la fantástica familia en la pantalla grande, cuando regresen para Avengers: Doomsday, especialmente luego de la escena poscréditos, a la cual no entraremos en detalle.