Los gigantes de la sabana corren riesgo

Los gigantes de la sabana corren riesgo

Las jirafas, esos majestuosos gigantes que dominan las sabanas africanas con sus largos cuellos y su andar pausado, son también protagonistas de un dato tan sorprendente como poco conocido: tienen hasta 30 veces más probabilidades de morir por la caída de un rayo que los seres humanos. Aunque a simple vista parezca una afirmación exagerada, diversos análisis científicos han reunido evidencias que explican esta inusual vulnerabilidad.

Entre 1996 y 2010 se registraron únicamente cinco muertes bien documentadas de jirafas a causa de descargas eléctricas. A primera vista, este número podría parecer insignificante; sin embargo, cuando se contrasta con el tamaño de la población total de la especie, alrededor de 140 mil ejemplares durante ese periodo, el panorama cambia por completo. Las cifras indican que este fenómeno equivale aproximadamente a 0.003 muertes por rayo por cada mil jirafas cada año, una proporción que supera por mucho la estadística humana.

La altura de estos animales, que puede superar fácilmente los cinco metros, se considera el principal factor de riesgo. En medio de las vastas planicies africanas, donde los árboles pueden escasear y el terreno es abierto, las jirafas se convierten en el punto más elevado del paisaje durante una tormenta. Esto las deja expuestas a descargas atmosféricas potentes, especialmente en temporadas de lluvias intensas cuando aumentan los episodios eléctricos.

A pesar de esto, los especialistas aclaran que las muertes por rayo siguen siendo eventos raros dentro del ciclo natural de la especie. Las jirafas enfrentan amenazas mucho más severas, como la reducción de su hábitat, la fragmentación de sus territorios y la caza furtiva, factores que han provocado una disminución significativa en varias de sus subespecies.

Lo fascinante de esta estadística es que revela cómo incluso los animales más imponentes y aparentemente invulnerables pueden verse afectados por fenómenos naturales impredecibles. También abre la puerta a estudios más profundos sobre el comportamiento de las tormentas en los ecosistemas africanos y la manera en que estos eventos influyen en la supervivencia de la fauna silvestre.