A primera vista, podría parecer una exageración o un mito, pero es una realidad anatómica fascinante: los pulpos tienen un sistema circulatorio único, adaptado a un estilo de vida exigente en ambientes profundos, fríos y poco oxigenados.
Dos de sus corazones funcionan de manera coordinada, impulsando la sangre específicamente hacia las branquias, allí, el animal recoge el oxígeno necesario para su supervivencia; el tercer corazón, considerado el principal, bombea la sangre oxigenada hacia el resto del cuerpo, alimentando con energía a sus ocho brazos, su poderoso cerebro y sus órganos internos.
Un dato aún más curioso es que este “corazón sistémico” se detiene cuando el pulpo nada. Por eso, aunque son excelentes nadadores, prefieren desplazarse con calma sobre el fondo marino, casi como caminando. Nadar les resulta tan agotador que solo lo hacen para escapar de un depredador o cuando necesitan recorrer distancias más largas rápidamente. Su sistema cardiovascular está diseñado más para la eficiencia que para la velocidad constante, una prueba de cómo la evolución prioriza la supervivencia sobre la comodidad.
Sangre azul: un secretoquímico del océano
Si la anatomía cardíaca del pulpo resulta sorprendente, su sangre lo es aún más. Mientras que la mayoría de los animales vertebrados, incluidos los humanos, tienen sangre roja por el hierro presente en la hemoglobina, los pulpos se tiñen de azul gracias a la hemocianina, una molécula que utiliza cobre en lugar de hierro para transportar oxígeno.
Este color no es una simple curiosidad estética, la hemocianina es especialmente eficiente en temperaturas bajas y en ambientes con poco oxígeno, condiciones muy comunes en los ecosistemas donde habitan los pulpos. Es decir, su sangre azul es una herramienta evolutiva diseñada para resistir el frío, la oscuridad y la escasez de oxígeno que dominan los fondos marinos.
A diferencia de la hemoglobina, que disminuye su eficiencia en entornos muy fríos, la hemocianina mantiene su capacidad de transportar oxígeno incluso en condiciones extremas. Gracias a ella, los pulpos pueden prosperar en regiones donde otros animales tendrían dificultades para sobrevivir.
Un organismo quedesafía la lógica
El pulpo no solo posee tres corazones y sangre azul; su biología está repleta de particularidades. Por ejemplo, su cerebro no se limita a una sola masa central. Más del 60 % de sus neuronas están distribuidas en sus brazos, permitiendo que cada uno actúe casi de manera autónoma. Cada tentáculo es capaz de “pensar”, analizar información sensorial y tomar decisiones sin necesidad de consultar al cerebro principal.
Además, su capacidad de camuflaje supera a la mayoría de las criaturas marinas. Pueden cambiar de color, textura y forma en fracciones de segundo, mezclándose con rocas, arenas o corales. Esta habilidad es controlada por células especializadas llamadas cromatóforos, que funcionan como diminutas bolsas pigmentarias capaces de expandirse o contraerse.
Y por si fuera poco, pueden escapar de casi cualquier lugar. No tienen huesos, solo un pico duro parecido al de un loro, lo que les permite pasar por rendijas sorprendentemente pequeñas. Muchos acuaristas cuentan historias de pulpos que han salido de sus tanques por la noche, han abierto frascos y han vuelto sin dejar rastro.
Auténticos maestrosde la evolución
Los pulpos son ejemplos vivientes de cómo la naturaleza encuentra caminos asombrosos para garantizar la supervivencia. Sus tres corazones trabajan en armonía con la hemocianina para permitirles prosperar en entornos hostiles.
Su sangre azul no es solo una extravagancia visual, sino una adaptación bioquímica diseñada para un mundo oscuro y misterioso. Así, detrás de su aspecto aparentemente extraño se esconde uno de los organismos más sofisticados del planeta. Cada latido de sus tres corazones y cada gota de su sangre azul cuentan la historia de millones de años de evolución e ingenio natural. Y eso convierte al pulpo no solo en un prodigio biológico, sino en uno de los seres más fascinantes de la Tierra.












