La antropóloga Marta Lamas presentó su libro titulado El fulgor de la noche, el comercio sexual en las calles de la ciudad de México, en el Museo de la Ciudad, al mediodía del martes. Se trata de una investigación que invita al análisis y la reflexión sobre el trabajo que ejercen las sexoservidoras en las calles de la capital del país.
Para acompañar a la autora en su presentación estuvieron la activista y fundadora de Brigada Callejera, Elvira Madrid Romero; de la Dirección de Vinculación de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH), Arturo Alfaro Castellanos; la directora del Consejo Nacional para Prevención y Control del Sida (Conasida), Patricia Uribe Zúñiga; y como moderadora, la regidora del Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez, Paulina Conde. Todos con experiencia en el trabajo por la equidad.
Durante su participación, Paulina Conde destacó que es importante conocer este libro para obtener otra lectura de la situación de las prostitutas, porque “a veces entre las mismas feministas no nos ponemos de acuerdo”, comentó en referencia a que mientras algunos las victimizan, otros intentan reivindicarlas.A este respecto, el libro de Lamas es claro y establece que no es lo mismo prostitución que trata de personas, pues no todas las mujeres, hombres o cualquier otro género que ejerce la prostitución son obligados a ello.
El libro, que más que un texto académico es un trabajo de investigación que la autora realiza de primera mano en su paso por las calles citadinas, un andar que realiza desde la década de los años 80, ahonda en temas transversales como la dignidad que merecen quienes ejercen este trabajo y lo mal remunerado que es no mientras se dedican a esto, sino a futuro.
La prostitución es un trabajo que paga y lo hace bien, pero no es así para siempre. Las prostitutas que no son previsoras con su futuro, que no invierten en otros negocios desde su juventud, viven la más triste vejez.
Además es un trabajo no asalariado, sin las seguridades que prestan otros empleos, pero no por eso tan degradante como la sociedad puritana —aún— se obstina en verlo, porque hay riesgos que se corren al ejercer como prostituta, sí, pero eso lo hace más similar a otros empleos de lo que se cree.