Entre dos horizontes, el Caribe que la vio nacer y Buenos Aires, Argentina, donde creció, Marta Núñez encontró su lengua. No la del pasaporte ni la del exilio, sino la de los versos medidos, donde el dolor, la libertad y la nostalgia se hacen forma.
Su nuevo libro, Una vida en clave de soneto, publicado por Trilce Ediciones, reúne poemas que son fragmentos de memoria y resistencia, pequeñas partituras donde cada emoción encuentra su arquitectura. “Escribir en soneto es como tocar un instrumento renacentista”, señaló en entrevista con La Jornada. “Uso un medio que pertenece a una tradición antigua, pero hago de esa forma mi propia voz. En mi ritmo encontré un modo de respirar después del miedo, un cauce para la intensidad de una existencia marcada por los desplazamientos”, señala.
Pedro Serrano, prologuista, advierte desde la primera línea: “Marta Cecilia Núñez escribe en soneto, no sonetos. No es un acto de voluntad, sino una manera de ser. Su estructura, con catorce versos y su precipicio final, le permite decir sin desbordarse, y el temblor se ordena en cadencia”.
Sobre la autora
La poeta nació en Panamá en 1954, hija de una joven ítalo-argentina que huyó por honor y de un hombre panameño con quien su madre tuvo un amor condicionado por las circunstancias. “En la capital argentina viví como extranjera toda mi vida”, confesó.
Esa mezcla de raíces y destinos forjó una voz que habita los intersticios entre los versos de Dante y Petrarca recitados por su tía italiana y las coplas de su abuelo. “De niña creía que la poesía debía rimar. Si no lo hacía, no la consideraba poesía”, añadió. “Años después descubrí a Garcilaso de la Vega y me enamoré perdidamente de sus sonetos. Pedía a mis amigas un tema y en una semana les entregaba un soneto. Era un juego y una exploración; con el tiempo, ese hábito se convirtió en disciplina secreta, una forma de resistencia íntima”, refiere.
El ejemplar narra la historia de una mujer que cruzó dictaduras, amores y fronteras con la métrica como brújula. En algunos poemas resuena la memoria de la represión argentina. “Hablar en soneto me permitió expresar el miedo y la vulnerabilidad de una víctima, sin caer en el desgarro. El soneto me contuvo y me consoló. Me liberó del exceso sentimental”, explica Núñez.
En otros versos, narra el asombro y la libertad de llegar a México tras escapar de la dictadura: “Salir de una jaula de miedo emborracha. Quería hacerlo todo, vivir lo prohibido”.