Benito Skinner es el protagonista de Más de la cuenta (Overcompensating, 2025) la serie de ocho episodios que empaca identidad sexual, presión social y cultura universitaria en una caja de cereal queer, con exceso de azúcar e ironía. Creador y estrella del show, deja su alter ego “Benny Drama” para ponerse bajo el reflector de una ficción que no disimula sus heridas detrás del glitter.
Benny es un exjugador de futbol americano que se inscribe en la universidad con una misión: no salir del clóset y no salirse del molde. Lo segundo se le da bien. Lo primero es más difícil cuando los pasillos están llenos de fiestas, vodka saborizado, bros en modo alfa y chicas alternativas que entienden más de sexualidad que de marketing. La narrativa gira en torno a la sobrecompensación: actuar lo contrario de lo que se siente, exagerar la norma para no traicionarse a sí mismo. Y eso, claro, es el corazón de la trama.
La aparición de Carmen (Wally Baram), una outsider con más lecturas de Simone de Beauvoir que de Tiktok, funciona como el catalizador de un vínculo inesperado. Ambos quieren pertenecer, pero por caminos opuestos: él imita el modelo de éxito masculino; ella lo sabotea. Juntos, representan la tensión entre adaptación y ruptura, entre sobrecompensar y desarmar los discursos impuestos.
La serie funciona como una extensión performática del imaginario de Skinner en redes: ritmo veloz, estética pop, música de Charli XCX, y cameos de culto como Kyle MacLachlan y Connie Britton interpretando a los padres del protagonista. Es en los diálogos con la hermana (Mary Beth Barone) y su novio (Adam DiMarco) donde la serie brilla, mostrando que la masculinidad también se puede desaprender con chistes filosos y una pizca de lubricante emocional.
Más de la cuenta no busca resolver nada. No da moralejas ni baja línea. Es un carnaval de contradicciones, una comedia que huele a tragedia envuelta en papel metalizado. Y ahí radica su fuerza: en narrar la tensión entre lo que se muestra y lo que se reprime, en un entorno donde “ser alguien” implica, muchas veces, dejar de ser uno mismo.
Más de la cuenta es más que comedia: es un espejo deformante de las contradicciones queer en un mundo que premia la heteronorma. Skinner logra que el público ría mientras se reconoce en los excesos de Bentley, pero también deja una pregunta incómoda: ¿cuántos siguen atrapados en esa performance?
Relevancia actual
En un momento donde la conversación sobre identidad de género y masculinidad está en auge, Más de la cuenta destaca por desmontar los estereotipos que aún persisten en escuelas, equipos deportivos y círculos sociales. Skinner retrata la obsesión por “encajar” en un molde heterosexual —desde la modulación forzada de la voz hasta la exageración de gestos “varoniles”— y cómo esa máscara termina alienando a quienes la adoptan.
La crítica a los espacios educativos
El escenario principal —un instituto— funciona como microcosmos de la sociedad. Skinner muestra cómo las escuelas refuerzan jerarquías de masculinidad (desde los “atletas” hasta los “raros”) y cómo los jóvenes gays aprenden a navegar —o sabotearse— en ese sistema. La serie es especialmente mordaz al revelar cómo profesores y alumnos normalizan comentarios homofóbicos “bromistas”.
Un soundtrack que define a una generación queer
Más de la cuenta no solo destaca por su narrativa audaz y su humor ácido, sino también por una banda sonora que funciona como un puente entre la nostalgia de los 2000 y la irreverencia queer contemporánea. La música en la serie no es solo acompañamiento; es un personaje más que refuerza temas como la autenticidad, la rebeldía y la búsqueda de identidad.
El soundtrack mezcla hits pop y rock de los 2000 (como Britney Spears, NSYNC o Avril Lavigne) con canciones modernas queer icónicas (de artistas como Troye Sivan, Kim Petras o incluso remixes hiperpop). Esta combinación refleja la dualidad del protagonista: atrapado entre los estereotipos machistas de su entorno y su deseo secreto de abrazar la libertad LGBTQ+.
Algunas canciones han quedado grabadas en la memoria colectiva de los espectadores jóvenes, especialmente en la comunidad gay: “Como si fuera una drag” (un remix exclusivo de la serie que samplea a Shakira) se volvió viral en Tiktok como himno de empoderamiento queer; “Macho man” (de Village People, usada en una escena satírica), y “Break free” (de Ariana Grande, durante el clímax de la serie), simbolizando la liberación del personaje.