Midnight in París es una comedia romántica ambientada en el París actual que narra las peripecias de una familia de clase alta (un matrimonio millonario, la hija de ambos y su prometido) durante un viaje a la ciudad del Sena en el que vivirán unas experiencias que cambiarán sus vidas.
A partir del idealizado y nostálgico enamoramiento que el protagonista del filme, el joven y bohemio guionista Gil Pender, siente por la ciudad, sobre todo por el París de principios del siglo XX, Woody Allen se recrea en algo tan común como la falaz ilusión que comparten quienes creen que una vida diferente a la suya les sería mas placentera.
Conforme avanza la urdimbre argumental, Gil Pender se enfrenta al dilema de tener que escoger entre dos mundos en una suerte de simbiosis “día-noche” en la que se ve inmerso y en la que alterna entre unos escarceos diurnos con los que intenta descubrir el París de sus sueños, con las experiencias irreales y delirantes de unas noches parisinas en las que, sin saber como, consigue trasladarse a un mundo de fantasías instalado en la época que siempre soñó.
Es así como cada noche viajará a través de unas surrealistas y extemporáneas experiencias que, no obstante, terminan ocasionándole mas infelicidad que placer. En cierto modo, Woody Allen edifica el original y atemporal entramado de este filme sobre la cínica y pesimista proclama de que vivir, aun cumpliéndose nuestros sueños y fantasías, siempre supone un esfuerzo que genera mas insatisfacción y trastornos que placer y tranquilidad.
Con un cast de ensueño, entre los que también destacan Kathy Bates, Adrien Brody, Carla Bruni, Marion Cotillard y Michael Sheen. La combinación de la magia y realismo, ambos requiriendo de mucho trabajo por parte del protagonista, nos llevan a una mejor comprensión de la naturaleza humana, el deseo, la desilusión de la nostalgia y París, y por último, esperanza por el presente que nos depara, anhelando encontrar en él amor e inspiración.
Esta aventura inicialmente parece causar estragos en la vida del protagonista pues nadie cree lo que dice y pierde credibilidad frente a sus tiránicos suegros; no obstante, la verdad es otra. Lentamente empieza a ver y apreciar con mayor claridad el tiempo en el que vive, sobre todo cuando realiza una segunda excursión al pasado, en esta ocasión a la Belle Époque parisina, donde Andrea, aspirante a diseñadora de modas de su época, mujer alegre de la que se enamora, decide quedarse, argumentando que ese era el mejor periodo francés.
Tras este evento, Gil se da cuenta que ninguna era es mejor que otra, ya que no solo hay cosas buenas en cada una, sino también problemas y crisis de distinta índole, por lo que la perfección del pasado es una mera ilusión. Las excentricidades de los diferentes artistas durante las tertulias son retratadas de manera cómica, son un paralelismo a la vida de Gil, quien no se da cuenta que en su propia vida hay drama, pasión, alegría e intriga, él, como cualquier persona de la actualidad, vive inmerso en el anhelo de algo que fue y no aprecia el presente ni los diferentes matices que lo hacen único.
Medianoche en París cumple el sueño que más de uno tiene: conocer a los grandes personajes que han dejado huella, de una u otra manera, en la historia universal y en la propia; ídolos que nos aconsejan ir por aquello que nos apasiona y dejar a un lado la apatía. El carpe diem de esta película invita al espectador a concientizar su entorno, a ver la fiesta sin fin que lo rodea, pues así como Gil añora el pasado, algún día quizá otro sujeto añore el siglo XXI y todas las cosas en este, desde Bill Gates hasta Anish Kapoor y otros personajes todavía desconocidos.