La Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México se integró a la estructura del Archivo General de la Nación (AGN) y se ha transformado en la Oficina para la Memoria Histórica de México, explica Álvaro Rodríguez, subdirector de Proyectos Especiales de la nueva dependencia.

“Fue un proceso bastante sereno y técnico que comenzó a mediados del año pasado. De hecho, en el Senado se promovió el traslado de la Oficina al AGN. Fue una transferencia institucional. No hubo reducción de personal, se mantienen las plazas con el mismo rango de responsabilidades y estamos más activos que nunca”, afirma en entrevista con Excélsior.

El viernes pasado, en el Diario Oficial de la Federación se publicó la derogación de la Coordinación de Memoria Histórica y Cultural de México en el Reglamento de la Oficina de la Presidencia de la República, creada en 2019 y que encabezaba Eduardo Villegas, quien fue nombrado Embajador en Rusia y ya no se nombró sustituto.

Rodríguez, quien era subdirector de contenidos históricos y culturales de la Coordinación, destaca que Gabriela Pulido Llano sigue siendo la directora general de la nueva Oficina. Seguimos produciendo las políticas de apoyo para divulgar el contenido de los archivos federales, estatales y municipales, públicos y privados. Y seguimos realizando proyectos culturales, académicos y artísticos en el repositorio digital Memórica. Somos una ventana muy visitada.

“Estamos conociendo el funcionamiento del AGN, donde trabajan entre 400 y 450 personas, y nosotros somos entre 40 y 50 trabajadores. Somos un brazo importante para el Archivo, pues ellos no hacían la tarea de divulgación de la memoria. Continuamos con la preservación del patrimonio documental”, detalla.

El promotor cultural adelantó que, entre los proyectos para este año, destacan la realización de dos micrositios: uno para la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), que llevan en colaboración con el Fondo de Cultura Económica, debido a que México será el país invitado de este encuentro librero; y otro dedicado al desarrollo de la movilidad en la Ciudad de México. La idea es que el derecho a la memoria sea una política permanente”, dice el historiador.