La editorial Dharma Books publicó en octubre La pequeña ignorancia, una antología de poemas del escritor estadounidense Wallace Stevens (Premio Pulitzer de Poesía 1955; National Book Award 1951 y 1955) que seleccionó y tradujo Hernán Bravo Varela, poeta y editor del Periódico de poesía de la UNAM.
“Es un autor que siento cercano a mi estética y a ciertas cosas que he observado con mayor claridad en el desarrollo de la poesía del siglo XX en inglés; en el ámbito de nuestra lengua, se le puede comparar con la lírica cubana”, señala.
“En el prólogo apunto —no es ninguna novedad—, que sería difícil no ver en Wallace Stevens, por ejemplo, a un primo hermano de José Lezama Lima y la estética del grupo Orígenes”, dice Bravo Varela, en entrevista, y abunda en la suntuosidad, el exotismo y el barroco mental que pueden compararse con las búsquedas de los poetas cubanos que “perfilaron, a nivel simbólico, los contornos estéticos de la isla”.
Para el también ganador del Premio de Literatura Letras del Bicentenario 2010, en el escenario de la poesía modernista anglosajona, la mirada de Stevens fue inquietante, exótica y contradictoria.
“Es un autor raro para la tradición estadounidense. Me sigue pareciendo que su obra tiene una suntuosidad de la imaginación y de la fantasía por encima de lo que, entre comillas, llamamos verdad o realidad. Creo que Stevens puede leerse como un autor que entabla una afinidad, quizá no muy difundida, pero armoniosa, con ciertos poetas en lengua española”, expone.
Para Stevens, el realismo, a nivel temático, anecdótico o formal, le resta gravedad a la poesía, “por eso en sus poemas hay chocolates rosados y perplejos a la hora de describir las corrientes marinas; por eso hay un plato de duraznos que le recuerdan cierta imagen del alma rusa. En el poema ‘Anécdota del frasco’ hay frascos vacíos como una especie de binoculares o telescopios para mirar la naturaleza”, refiere.
Los objetos, los animales y las personas aparecen —continúa— con una mirada hechizada que proviene de un caudal imaginativo: “Pero nunca es delirante; siempre se trata de aproximaciones a lo que la realidad, para los ojos del poeta, tiene de suntuoso y extravagante. Por eso sus ambientes son extraordinarios: hay palacios habitados por bebés, una montaña llena de gatos, una visión en la que la muerte es tratada como una persona que enrolla puros. Una inteligencia comprometida con sus poderes sensuales”.
Bravo Varela destaca que, para él, las cualidades en la escritura de Stevens han estado presentes con claridad desde el primer contacto con su obra, hace más de 20 años, y recuerda la antología Seis poetas de lengua inglesa, de Isabel Fraire (SEP Setentas, 1976). “Debería reeditarse en algún momento. En nuestra lengua y en nuestro país fue de lo primero que llegamos a conocer muy bien de Stevens. A Fraire le debemos algunas de las mejores versiones que conocemos”, afirma.
Otra de las cualidades en las que hace hincapié es la concepción que el poeta tenía de los paisajes interiores y exteriores: “Tal como para los grandes artistas, pintores y grabadores de China y Japón es más importante la imagen que se crea en el papel que la exterior. Todo lo que aparece en la realidad es digno de celebrarse y cantarse porque está por ser construido gracias a la mirada y al oído del poeta. Lo que hizo Stevens fue original, sobre todo para el momento que vivió, el de las vanguardias”.
Sin ser anacrónico, subraya, sus obras están de lleno en la modernidad debido a que su búsqueda es atemporal, “tiene que ver con qué representan para el artista las palabras realidad y realismo. Dos palabras que aparecen constantemente en sus adagios, sus consejos en prosa, y, en buena medida, en sus ensayos críticos. Y especialmente aparecen, con una fuerza extraordinaria, en su obra poética que, para mí, no ha cedido ni demeritado con el tiempo”.
Vigencia que recalca Bravo Varela con la admiración que le tuvo el crítico Harold Bloom. “Lo colocó, probablemente, como el gran poeta de la lengua inglesa, por encima de Eliot o Pound”, concluye el también traductor. La pequeña ignorancia se presentará el 1 de diciembre, a las 20:00 horas, en el Salón C (Área Nacional, Expo Guadalajara) como parte de la Feria Internacional del Libro.