“¿Cómo la práctica artística y sus procesos permitieron lidiar con los espectros de la revolución, con un trauma resucitado en el presente?”, se pregunta la artista y activista cubana Celia González, quien escribe un artículo sobre la exposición “No somos memoria”, que tuvo lugar en La Habana para permitir un espacio seguro a los artistas nicaragüenses críticos de la revolución sandinista. La muestra, sin embargo, causó controversia frente al gobierno cubano.
En su texto, González expone la vulnerable situación de la escena cultural de Nicaragua, la cual ha optado por dispersarse para proteger su integridad después de las manifestaciones de abril de 2018, en ls que hubo más de 300 muertos no reconocidos por el gobierno sandinista, muchos de ellos estudiantes.
“Las obras expuestas en ‘No somos memoria’ fueron además una oportunidad de conocer los últimos acontecimientos ocurridos en Nicaragua y de su relación con la historia revolucionaria”, comenta la activista, quien además agrega que esta exposición permitió establecer diálogos a los artistas cubanos y nicaragüenses, permitiendo hablar de sí mismos, pero encontrando similitudes en otras regiones.
El número se completa con una crónica de la exhibición “Giro gráfico”, actualmente en el MUAC y al cual reúne las obras más representativas de la América Latina contestataria ante episodios políticos cruentos.