En tiempos prehispánicos los mexicas necesitaban alrededor de 26 mil 400 plumas para elaborar un solo escudo Chimalli. El dato fue dado a conocer por las investigadoras Laura Filloy y María Olvido durante la conferencia “Chimalli, Tesoro de Moctezuma en Chapultepec”, en la que presentaron hallazgos sobre el estudio y la reconstrucción del escudo Chimalli después de una investigación de campo que duró cuatro años.
El evento fue coordinado por el arqueólogo Leonardo López Luján —miembro de El Colnal— además de contar con la participación de Salvador Rueda Smithers, director del Museo Nacional de Historia. Filloy explicó que: “Fue una investigación la que despertó la curiosidad por saber absolutamente todo de Chimalli, así como su relevancia de acuerdo con su contexto histórico”.
Al tiempo que los españoles llegaron a Veracruz —hace 500 años— una gran cantidad de poblaciones concentradas en la zona que hoy se conoce como Tierra Caliente pagaban tributo a los mexicas con materias primas para la elaboración de escudos, de acuerdo con documentos rescatados del siglo XVI, indicaron las expertas. “Creemos, por ejemplo, que el escudo analizado quizás perteneció a Moctezuma. Lo sabemos gracias a una publicación europea de 1584”, aseveró Filloy.
Durante el coloquio se habló del Códice de Fray Bernardino de Sahagún, documento que traza el complejo proceso de elaboración de los Cuexyo Chimalli, donde se dibuja la cría y caza de aves, así como los elementos que los amantecas —artesanos de plumas del imperio mexica— requerían para su creación.
“La elaboración de los Chimalli nos muestra por una parte una tradición familiar, que los amantecas transmitían a sus descendientes, pero también nos muestra una tradición de comunidad en la que participaban junto con orfebres, carpinteros y pintores”, mencionó Olvido.
En el transcurso de los cuatro años de investigación, las arqueólogas lograron descubrir algunos elementos de la composición de los Chimalli en colaboración con un equipo de instituciones nacionales como la UNAM, la UAM, el Instituto Politécnico Nacional, el INAH y europeas.
“Consideramos que se crearon centenares de Cuexyo Chimalli, más de 184 escudos salieron después del primer encuentro, era una gran carga de trabajo para los artesanos. Que salieran es un símbolo del despojo de la conquista”, aseguró.
Sin embargo, las arqueólogas mencionaron que debido a la complejidad, la investigación no pudo abundar en partes del proceso creativo de plumajes de los amantecas, e invitaron a los especialistas de las ciencias duras a investigar al respecto.
Subrayaron que la pieza, fue poco valorada durante 70 años, ya que no se tenía información suficiente sobre su origen y significado.
“Hasta inicios del siglo XXI ni siquiera sabíamos para qué servía, ni de qué se trataba. Fue hasta que estas dos grandes restauradoras se acercaron en 2014 que descubrimos que estábamos ante una pieza de ingeniería, además de dimensionar el quebranto que generó Cortés a su llegada”, añadió Smithers.
De los cinco que aún se preservan, únicamente se encuentran en territorio nacional el Tepacaliz en el Museo Nacional de Antropología y el Cuexyo Chimalli, desde 1944 en el Castillo de Chapultepec, recinto que recibió a más de 220 mil visitantes en la exposición que llevó el mismo nombre que la conferencia, realizada de febrero a mayo.