Cuando Los monólogos de la vagina se estrenaron el 19 de octubre del año 2000 en la Sala Chopin, nadie imaginó que aquella marquesina provocadora sería el inicio de una de las temporadas teatrales más largas y significativas de la historia en México. El título por sí solo desató escándalo, curiosidad y debate. En un país todavía reacio a hablar del cuerpo femenino, la palabra “vagina” ondeaba en letras gigantes como un desafío a las buenas conciencias.
Sin embargo, lo que empezó como una provocación se convirtió en un movimiento cultural. La obra escrita por la autora feminista estadounidense V (antes Eve Ensler), dirigida por Jaime Matarredona y producida por Morris Gilbert, agotó todas sus funciones desde el día siguiente de su estreno y se mantuvo con boletos vendidos durante años. Lo que parecía impensable en su debut, hoy celebra un cuarto de siglo en cartelera. “Cuando la vi en Nueva York, supe que había que hacerla en México. Todos me decían que estaba loco, que con ese título me iban a linchar. Pero mientras más me lo decían, más convencido estaba. No podía creer que existiera tanto prejuicio contra una palabra que nombra una parte del cuerpo”, recuerda Morris Gilbert, quien desafió a la censura y a la incredulidad de sus colegas.
Más allá del escenario
El productor recuerda que incluso encontrar a las primeras actrices fue un acto de valentía. Algunas se negaron rotundamente a participar, otras se ofendieron. “Gracias a tres mujeres: Lilia Aragón, Estefanía Salas y Maximiliana Estrada, que entendieron el texto y me animaron a seguir, la obra pudo estrenarse”, dijo el productor.
Desde entonces, Los monólogos de la vagina ha tenido más de 160 intérpretes, giras en todo el país, funciones simultáneas en varios teatros e incluso temporadas en Broadway. Pero más allá del fenómeno escénico, su importancia radica en cómo transformó el diálogo social sobre la sexualidad y la violencia de género en México.
Durante estos 25 años, la obra ha ido más allá del escenario: encabezando colectas para apoyar a mujeres víctimas de violencia en Ciudad Juárez, organizando protestas encabezadas por figuras como Jane Fonda, Salma Hayek y Sally Field, y llevado funciones y donaciones a reclusorios femeniles. En palabras del productor, “quizás sean gotas en el océano, pero es mejor una gota que nada”.