Morras Malditas conquista con historias

Morras Malditas conquista con historias

Los viajes no solo ilustran a las personas, también las ayudan a redescubrirse. Eso mismo les sucedió a Janis y Maldo Maldita (Janet Mérida y Erika Maldonado), integrantes del podcast Morras Malditas.

El programa ha conquistado al público con historias sobrenaturales desde 2021, las cuales ahora trasladaron a un libro homónimo que las llevó a Oaxaca y Sonora. “Resignificamos nuestros orígenes y queremos que la gente haga lo mismo, que cuando lean el libro digan: ¿de dónde es mi familia? ¿de qué comunidades venimos? ¿qué historias se contaban allá? Que tengan la curiosidad de visitar esas tierras”, dice Janis.

Su objetivo era claro irían a comunidades poco conocidas, por no ser tan turísticas, y recopilarían historias de fantasmas, brujas y cualquier otro tema sobrenatural para compartirlas en un libro.

Así nació Morras Malditas. Apaguemos la luz y entremos a la noche (disponible en digital, audiolibro y físico), un proyecto que se gestó a lo largo de un año y que fluyó al mismo tiempo que la nueva temporada de su podcast y su gira 2025.

Los lectores pueden encontrar en su libro relatos largos e historias cortas. Cada una de ellas representan la forma en la que estas “morras” comparten con el lector su círculo más íntimo: el que tiene que ver con sus familias y amigos de la infancia.

Las aventuras

“Son una crónica de viaje, es la aventura que vivimos Maldo y yo primero por el sur del país, en Oaxaca, donde conocimos comunidades como Santos Reyes Tepejillo, que es la tierra donde creció mi mamá y de donde soy originaria; luego nos fuimos a una región zapoteca, Santa Catarina Ixtepeji, que ni Maldo ni yo conocíamos”, cuenta Janis. “Luego ella me llevó a Sonora, de donde su papá es originario, y ahí nos enteramos de otra clase de historias; fue conocernos a nosotras a través de lo sobrenatural y nuestras tierras”, compartió Mérida.

Lograr este compendio de historias no fue algo sencillo para estas dos comunicadoras, quienes no solo tuvieron que viajar por carretera a comunidades alejadas de las principales ciudades de Oaxaca y Sonora, pues la tarea también se trató de convencer a las personas.

Para conseguir que la gente les compartieran sus relatos (incluso aquellos que no hablaban su misma lengua) contaron con aliados que fueron contacto y traductores.