La actriz Tamara Vallarta recuerda que durante el sismo del 19 de septiembre de 2017 la gente preguntaba por algún médico, ingeniero o veterinario, pero jamás se buscaba la ayuda de un actor. Entonces se sintió de lo más inútil al pensar que su vocación no servía de nada; un pensamiento que se volvió a topar de frente en la puesta en escena Moscú, que se estrena el 23 de enero en el teatro El Galeón.

“‘Moscú’ es una obra que tiene un tiempo largo de venirse desarrollando. Es una inquietud que yo tengo desde hace muchos años y que tiene que ver con la pregunta, ¿es pertinente o no hacer arte en general como profesional? Algo que creo que un doctor no se pregunta. Hay profesiones inmateriales, que hacemos cosas que no son cuantificables o medibles de una manera efectiva, por eso los que nos dedicamos al arte o la filosofía tenemos esta clase de cuestionamientos, si realmente es necesario hacer esto que hacemos”, explicó Aurora Cano, autora y directora de la puesta en escena.

En este montaje aborda la historia de tres actrices (Tamara Vallarta, Carmen Mastache y Teté Espinoza) que viven en un país violento y su vida está a punto de colapsar, pero se encuentran inmersas en llevar a escena parte de la obra de Antón Chéjov; es tras bambalinas donde se empiezan a cuestionar la pertinencia del teatro, el amor, la maternidad y la libertad.

“El arte sirve para no tener respuestas, para no confiar, para dudar; el arte sirve para pensar y eso es lo que pone en crisis ‘Moscú’, porque el arte sirve para pensar el amor, para pensar en la maternidad, para pensar la muerte, para pensar en el teatro y la política cultural. Los actores sirven para algo o no. Creo que esa es la bondad de esta historia, recordarnos que la certeza es algo que lleva a la complacencia y el arte lo que permite es avivar el pensamiento crítico, generar dudas y procesos de pensamiento, es lo que me resulta conmovedor de esta obra”, dijo Nicolás Alvarado, productor de Moscú.

A pesar del tiempo que divide una época de otra, principios del siglo XX y la actualidad del siglo XXI, la dramaturga explica que hay ciertos factores en la obra de Chéjov que siguen siendo actuales en nuestros días.

“Tanto en la obra de Chéjov como en la obra de lo que sucede en el siglo XXI, nosotros defendemos que una cosa es anhelar un futuro mejor, pero cuando se queda en eso y no se hace nada al respecto es algo vacuo. Lo que la obra defiende es que el único camino es el trabajo y la dedicación, esas son otras de las cosas que permanecen”, destacó.

“¿Qué tan pertinente es el teatro y el arte? Es una pregunta histórica que se acentúa cuando hay condiciones sociales y económicas más adversas. Esta pregunta se exacerba en lo negativo y lo positivo. En lo primero porque hay otras prioridades, como que la gente coma; y en la segunda, en momentos de adversidad no hay nada más que el arte para que no se desmoralice la gente, para tener a que aferrarse, para mantener el espíritu en alto, porque es lo que nos hace humanos, porque vamos más allá de las necesidades básicas de la supervivencia”, declaró Aurora Cano.