El escritor británico Frederick Forsyth, uno de los maestros de la novela de espías además de expiloto de la Royal Air Force, reportero y agente secreto, falleció este lunes a los 86 años, anunció su agente literario. “Lamentamos el fallecimiento de uno de los mejores autores de suspense del mundo”, indicó Jonathan Lloyd en un comunicado. Su agencia, Curtis Brown, afirmó que Forsyth murió rodeado de su familia tras una breve enfermedad.
Para sus obras, novelas extremadamente bien documentadas en las que mercenarios, espías y canales chocan en vertiginosos juegos de poder, este británico de complexión fuerte, mirada aguda y rostro alargado se inspiró en su propia vida.
Fue en 1969 cuando se le ocurrió escribir libros. Tenía entonces 30 años y acababa de regresar de Biafra, donde había cubierto para la BBC la guerra civil en el sureste de Nigeria (1967-70), desencadenada por la proclamación de independencia de la República de Biafra. Sin embargo, sus análisis a favor de Biafra no agradaron a la línea oficial de la emisora y del Ministerio de Relaciones Exteriores. Forsyth dimitió y se quedó sin un céntimo.
Nacido el 25 de agosto de 1938 en Kent, de padre peletero y madre costurera, recurrió entonces a sus recuerdos de corresponsal en París, adonde Reuters —que buscaba un periodista francófono— lo había enviado a principios de los años 60. “Entre 1961 y 1963, me convertí en la sombra de Charles de Gaulle”, el entonces presidente francés, explicó en su autobiografía El intruso (2016).
Cuando el estadista francés sufrió en 1962 un intento de asesinato en el suroeste de París, Forsyth se encontraba en la capital francesa. “Ese fue el telón de fondo de mi primer libro”, declaró.
A la hora de escribir, se fijó dos reglas muy poco habituales: mantener los nombres reales de los personajes y contar la historia con todos los detalles técnicos posibles. Escritores como Tom Clancy, Robert Ludlum y Robert Littell, que lo consideraban el inventor del género del tecnosuspense, seguirían estas mismas reglas.