De la alianza entre el Fideicomiso Federico Ibarra y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o, en otras palabras, de la unión de la iniciativa privada con una institución pública nace el Premio Nacional Federico Ibarra Nueva Música Orquestal.
La idea es de Federico Ibarra, premio Nacional de Ciencias y Artes en 2001 y uno de los compositores más importantes del país, para retribuir lo que la Universidad le aportó a nivel formativo y recuperar así las convocatorias musicales que la institución otorgaba hace medio siglo. La convocatoria está dirigida a compositores nacidos hasta el 1 de enero de 1973 (no hay edad mínima para participar), que hayan creado “obras inéditas o inauditas. Esto quiere decir que no se hayan escuchado anteriormente o que sean obras escritas para este concurso”, cuenta Ibarra.
Quizá el mayor premio de la convocatoria, abunda, es que la Orquesta Filarmónica de la UNAM (OFUNAM) estrenará la obra del ganador en su tercera temporada 2023. “Lo que se quiere incentivar es la creación para orquesta, para un conjunto de músicos. Además de que la obra la interpretará la OFUNAM, orquesta de primer orden que tenemos en México”, precisa el ganador de la Medalla Mozart por méritos musicales en 1991.
El presidente del Fideicomiso Federico Ibarra, Antonio Crestani, señala que la mayoría de los compositores escriben una obra y pueden verla estrenada muchos años después. “La idea es que el estreno sea inmediato con una gran orquesta y un gran director el mismo año, que la convocatoria sea un aliciente, un estímulo para cualquier compositor”, dice.
El fideicomiso surgió en abril de 2011 como una forma de proteger la obra de Ibarra. “En su momento, la manera ideal de hacerlo era con las grabaciones en CD, cuyo uso está bastante demeritado porque todo se hace ya de manera virtual”, retoma la palabra el compositor.
Sin embargo, el fideicomiso se ha adaptado a los tiempos y en plataformas como Spotify se puede acceder a los materiales lanzados con solo seguir el perfil de Federico Ibarra. Además del estreno de la obra con la OFUNAM se otorgará un premio de 150 mil pesos al ganador; dicha cantidad proviene por completo del fideicomiso. “Esto es una manera de corresponder a la Universidad por los incentivos que me ha dado: mi trabajo, mi educación”, reitera Ibarra, quien subraya que él no formará parte del jurado.
La convocatoria cerrará el 24 de julio. El también ganador del Premio Universidad Nacional en 1993 recuerda que han pasado muchos años desde que la Universidad daba premios de este tipo. Es una buena manera de revivirlo para que compositores jóvenes o en ciernes puedan dar a conocer su obra y tengan más incentivos, afirma. “Existen concursos, sobre todo en literatura, cuyos premios son extraordinarios por su monto. En música esto no existe”, declaró.
Es importante describir con precisión qué tipo de compositores pueden ganar el premio. Esta primera convocatoria no contempla, por ejemplo, la posibilidad de que haya solistas o música electrónica. “Se trata de utilizar uno de los instrumentos más añejos que existen, la orquesta, y únicamente explotar eso, las posibilidades para solistas u otros instrumentos no está contemplada de momento”, añade.
En otras palabras, se trata de la libertad creativa que puede tener un compositor en el marco de una orquesta, un instrumento —detalla Ibarra— en el que hay 80 o 100 ejecutantes a los cuales no se les puede dar la oportunidad de experimentar con algo porque eso obedece a un proceso más complejo, con una serie de ensayos y necesidades específicas. “En esta convocatoria el eje es exponer las ideas de un compositor a través de un conjunto tan maravilloso. Son oportunidades que pocas veces se dan”, detalla.
El Premio Nacional Federico Ibarra Nueva Música Orquestal servirá también para saber si los compositores corren riesgos en el presente, “si tienen la capacidad de seguir adelante e innovar o si han ido en retroceso”. Otro objetivo será atraer a artistas del interior de la República. “No estamos muy enterados de lo que sucede en los estados; no sabemos qué compositores se están formando o qué sucede con ellos. Puede tratarse de una buena plataforma para dar a conocer su trabajo”, afirma.
En 1975 y 1976, Ibarra ganó el Premio de composición Silvestre Revueltas, cuyo impacto, describe, no solo fue el estímulo económico, sino el reconocimiento, pues hace medio siglo, “ganar un concurso significaba salir del anonimato”. Ibarra pone la mira en dos de las convocatorias más prestigiosas del mundo, la del Concurso de Piano Frédéric Chopin en Polonia y la del Concurso Tchaikovsky en Rusia; ambas, curiosamente, eslavas, y destaca que “aquí no hay un concurso como estos, que proyectan a los ganadores en el plano internacional”.
Para Ibarra, esta laguna en las convocatorias tiene un comportamiento particular que se relaciona con el tipo de artistas mexicanos que triunfan en el extranjero y, muy probablemente, con la exportación del talento musical. “Uno de los talentos que México ha mostrado a través de los años ha sido el canto. Los cantantes son quienes van a triunfar al extranjero”, considera.