Un ejecutivo de Silicon Valley pisa la tierra polvorienta de México y descubre que la herencia de su padre no es una empresa, sino un cártel. Más tarde, migrantes intentarán cruzar la frontera y rastreadoras escarbarán con la esperanza de encontrar a sus hijos.
Así comenzó en 2022 Sobreviviendo al cártel, producción estadounidense creada por Ely Bams y transmitida en México por AMC. Su primer episodio, “Los rastreadores”, dejó claro desde el inicio que la serie buscaba retratar al narco sin disfraces.
En la música la historia es distinta. El 31 de mayo pasado, durante la Feria de Santa Rita en Chihuahua, Los Tucanes de Tijuana fueron multados con más de 735 mil pesos por interpretar una docena de narcocorridos. Entre estos figuraban piezas como “El Águila Blanca”, “El Borrego” y “La tierra del corrido”, temas en lo que el capo es retratado como un líder invencible dueño de montañas y rutas del narco.
El contraste es evidente: mientras en televisión y streaming las narcoseries se transmiten sin restricciones bajo la etiqueta de ficción, en los escenarios musicales la apología al narco se castiga con clausuras y sanciones.
Especialista
Para el crítico Roberto Rondero, el vacío recae en la forma en que las series no asumen la responsabilidad, algo que sí se exige a la música, incluso cuestionada desde el gobierno federal a través del concurso México Canta, contra la apología del narco en canciones.
“Las series deberían de tocar esto del reclutamiento de manera menos fantasiosa y más real, mostrar cómo terminan a los 20, 17 años, aparecen muertos, colgados”, remarca el experto. “Prácticamente te ponen en sus historias una ruta de vida fabulosa en la que llegas a tener dinero, mujeres, propiedades y no pasa gran cosa, pero la verdad nos dice algo diferente”, afirma.
Criterios diferentes
El caso revela un doble estándar que no es casual, sino legal. La Ley Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión obliga a la televisión abierta y de paga a clasificar sus contenidos (AA, A, B, B15, C o D) y a transmitirlos en horarios adecuados, pero nunca ha prohibido las narcoseries.
En el caso de las plataformas, el vacío es aún mayor: no existen reglas claras de clasificación ni sanciones específicas, por lo que las producciones circulan sin restricciones. La música sí puede frenarse de inmediato: basta con que un municipio invoque los reglamentos de espectáculos públicos para multar o clausurar conciertos que interpreten corridos bélicos.
Aun así, no todas las producciones sobre narcotráfico parten del mismo enfoque.