La pluralidad es el común denominador de la 43 Muestra Nacional de Teatro, que se realizará del 9 al 18 de noviembre en varios espacios de Jalisco, como el teatro Degollado y el Foro de Arte y Cultura, y cuya selección puede tomarse como un diagnóstico del ejercicio teatral actual. Las 30 puestas en escena, hechas por 400 participantes de 16 estados, fueron seleccionadas de entre los 450 proyectos recibidos, sin contar las 44 que postularon para el Encuentro de Reflexión e Intercambio, y los trabajos escénicos-digitales.

Sayuri Navarro, directora artística, explica que a esto habría que añadir las 200 propuestas que no pasaron a la siguiente fase de selección debido a cuestiones administrativas. “Eso redujo el número, pero sigue siendo amplio para hacer un diagnóstico a partir de los que entraron”, entre estos varios monólogos, indicó.

El primer dato de la dirección artística es que la afectación económica y el cierre de compañías que dejó la pandemia hizo visible que sea más barato producir para una persona que para un grupo. “De manera personal, creo que también tiene que ver con preguntarnos por el cuidado de los espacios: con quién quiero trabajar y con quién no. Pero no quiero darle tanta fuerza a esto porque le quitaría peso al hecho económico. También vimos que no había tantas propuestas de gran formato y pensamos que se relaciona con lo mismo”, añadió.

Además, las postulaciones de los actores llegaron hasta alrededor de los 40 años y artistas de mayor edad no estaban en los elencos. “Nos preguntamos qué pasó con este grupo. ¿Es una decisión de no entrar? ¿Una crisis?”, abunda.

Uno de los temas más recurrentes en las obras son las maneras de abordar la violencia: “Uno de los ejes centrales en la mayoría de las postulaciones. La pregunta constante es cómo representamos la violencia. Había compañías haciendo una mímesis, mientras que otras la resaltan o se plantean qué hacer ante la violencia”.

De forma paralela, agrega, enfrentar el trauma y sanarlo fue otro tema central: “Hay propuestas de corte más feminista, con el objetivo de preguntar cuál es el lugar específico de la mujer en las propias narrativas que se construyen”, dice, lo cual desembocó en otra reflexión necesaria: el cuestionamiento de las propias narrativas. Llama la atención que la gran mayoría de las piezas son para salas y que la representación en espacios no convencionales tuvo poca presencia.

“Hay una necesidad de volver a tomar esos recintos, pero desde nuevas narrativas que puedan proporcionarnos otras maneras de habitar y relacionarnos con el mundo; volver a ciertos formatos para contar la vida de una manera distinta. También hubo una participación de teatro para personas con capacidades diferentes o hecho para personas con capacidades diferentes, así como la atención a las infancias”, concluye Navarro.