Paola Núñez tiene alrededor de diez años abriéndose camino en Hollywood, donde ha tenido la oportunidad de trabajar con figuras como Will Smith, Martin Lawrence y Pierce Brosnan, pero aunque todo iba muy bien, la exestrella de telenovelas dijo que la vida le dio un golpe de realidad y humildad.
“Ahora todo lo que me pasa es casi un milagro, sobre todo por venir de una huelga (la del Sindicato de Guionistas y actores en Hollywood, en 2023) y la pandemia, que nos enseñaron que lo que sentías seguro no lo es; ahora valoro más”, comentó.
Por eso, es importante para ella seguir teniendo presencia en México y poder hacer proyectos como el programa Abandonados, que se estrenará el 9 de septiembre su segunda temporada por Azteca UNO.
Fue en 2016 cuando Paola estuvo al frente de este reality como conductora, aunque no se considera como tal por no haber tenido esa preparación, aun así, dijo haber tenido una grata experiencia. Por eso, cuando le ofrecieron volver aprovechó que había una pausa en su carrera en Hollywood.
“Estoy contenta de volver a experimentar esta aventura, porque no solo lo es para los participantes, también yo la vivo, aunque no tan extenuante. Siento que mi personalidad queda bien en el ‘reality’, disfruto mucho ser yo misma”, afirmó.
Paola explicó que esta es la continuidad de la primera temporada, la cual inició en Vietnam y terminó en Tailandia, así que las siete nuevas parejas retoman desde este punto hasta llegar a Malasia. El reto es sobrevivir con el equivalente a 20 pesos mexicanos al día para comida y recorrer 5 mil kilómetros de la manera que puedan, si es que quieren hacerse de 3 millones de pesos.
“Aquí se verán cómo son las relaciones entre las parejas y cómo los problemas que posiblemente tienen desde hace mucho salen a la luz, porque Abandonados te pone en situaciones extraordinarias donde surge lo mejor y lo peor de ti”, afirmó.
Las dificultades que tuvieron que enfrentar, tanto los participantes como ella, además del idioma, fue la cultura, pues estaban en países con mayoría musulmana.“Son cosas que te abren la perspectiva de lo que piensas del mundo, de la religión. Agradeces el país de donde vienes más que antes, extrañas la comida y la gente, sobre todo ellos, yo por lo menos me quedaba en un hotel y no tenía que buscar hospedaje todas las noches”, considera.
“Me gusta la aventura pero siento que ya no soy tan aventada como antes, ya cuando tienes 46 años piensas más en las consecuencias, antes solo pensaba en pasármela bien, hoy soy más consciente”, agregó.