No buscamos pelear, sino unificar

No buscamos pelear, sino unificar

A lo largo de tres décadas Los de Abajo, agrupación mexicana que mezcla ska, punk y ritmos tradicionales, se ha propuesto ser cronista de las estampas que ofrecen las calles de la Ciudad de México y amplificadora de las demandas de los marginados.

Sus integrantes se reconocen como una voz crítica y contestataria, cuya postura a veces tiene sus consecuencias. “Nos pasó mucho cuando hablábamos de temas como Ayotzinapa, el EZLN o la migración. Nos vetaron por usar una máscara de Vicente Fox, por hablar del caso de Lidia Cacho, por decir lo que pensamos. Nos decían directamente ‘no pueden hablar de eso’”, comparte Yocupitzio Arrellano, baterista de Los de Abajo.

El músico dice enfático que estas situaciones, lejos de desanimarlos, les hizo saber que su camino solo sería menos privilegiado. “En festivales nos bajaban o nos pedían cambiar letras. Eso nos impulsó a hablar de lo que nos importa, de lo que le pasa a la banda en la calle”, añade.

Inspiración

El nombre del grupo proviene de la novela homónima de Mariano Azuela, clásico de la literatura mexicana, retrato la vida rural durante la Revolución. Al adoptarlo, la banda estableció un vínculo directo con la gente, con su historia, con los que luchan desde abajo. “Siempre alzamos la voz ante lo que no nos parece, sin importar quién esté en el poder. La música es un espacio para amplificar las voces que no son escuchadas, y eso es parte de nuestra misión”, afirma Javier Zúñiga, “El Apache”, percusionista de la agrupación.

Los músicos se han ocupado también de denunciar que fue durante el sexenio de Vicente Fox cuando fueron más perseguidos y sus integrantes recuerdan una experiencia en San Luis Potosí. “Tuvimos que refugiarnos en el camerino, llamar a la prensa para que nos protegiera”, comparte Yocu.

También, dice, fueron censurados durante el régimen del PRI y el gobierno de Felipe Calderón, enfrentaron cancelación de conciertos, les pedían modificar letras o solo los excluían de los medios. “Las televisoras grandes no querían programar nuestras rolas o las editaban. Pero nunca nos detuvimos. Esa es nuestra chamba como músicos también”, afirma Yocu.