Oaxaca es mi tierra natal: Shinzaburo Takeda

Hace 50 años decidió arraigarse en Oaxaca, deslumbrado por sus tradiciones, fiestas, mercados y comunidades. Desde su llegada, el pintor y grabador Shinzaburo Takeda (Seto, Japón,1935) se identificó con las poblaciones campesinas y artesanas, por lo que recorre la entidad y el país, placer que alterna con su vida dedicada al arte y la docencia.

El maestro Takeda ha dicho de Oaxaca “que es su nahual”, la morada estética de su ser. “Solo en esta tierra de profunda cultura podría florecer un espíritu que contempla el mundo con asombro y devuelve flores y canto en grabado”.

“Para mí, Oaxaca es mi tierra natal. Espiritual, cultural y técnicamente. Oaxaca, es mi maestro”, repite el artista a sus ‘hijitos’, como cariñosamente les dice a sus alumnos en las aulas de la Escuela de Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (Uabjo). 

En la década de los años 60, Takeda inició su experiencia mexicana, su primer parada fue en el entonces Distrito Federal, luego de graduarse en artes plásticas en la Universidad de Tokio y seguir los consejos de su mentor Tajimi Kitagawa (1894-1989). Recorrió todo el país, convivió con huicholes, coras, tarahumaras, lacandones. “Mi propósito era conocer la verdadera gente de la tierra de México”, recuerda.

Ya instalado, realizó estudios de muralismo en la Academia de San Carlos, así como en las Escuela de las Artes del Libro, también trabajó en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo. En 1978, a su paso por la mixteca oaxaqueña, el artista experimentó una irresistible empatía con campesinos y artesanos; aprendió de un chamán inesperadas perspectivas para su vocación creativa, refiere el escritor y poeta, Jorge Pech Casanova. Su predilección por las mujeres fuertes y de trabajo ha reflejado en su obra una feminidad que brota a torrentes e irradia color y alegría.

“Las culturas indígenas del sureste mexicano lo siguen seduciendo: son el fundamento de su labor pictórica y gráfica”, apunta Pech. “En realidad, el creciente movimiento artístico en Oaxaca a partir de 1980 debe mucho de su caudal iconográfico y estético a la influencia de artistas como Takeda, y a las enseñanzas asimiladas en el extranjero de pintores nacidos en Oaxaca como Francisco Toledo, Rodolfo Nieto y Sergio Hernández”.

Por aquel año, el creador japonés —nacionalizado mexicano y oaxaqueño pleno— decidió impulsar a los estudiantes de grabado, pintura y dibujo en la Uabjo. Esta labor formativa se ha diversificado en 45 años de docencia. Una especie de Guelaguetza, donde Takeda ha compartido sus conocimientos y ellos le han dado su cultura y sus tradiciones.

Laura Agustín, directora de la Galería Alkaro 21, resalta que Takeda ha puesto énfasis en que sus alumnos “descubran su sentimiento artístico”, aconsejándoles buscar en su interior quiénes son, a salir del país, conocer expresiones artísticas en otros continentes, para que su arte sea diferente.

“No es de extrañar que sus exalumnos hayan participado junto a él en el Latin American Art Gallery, en Estados Unidos y los museos Sakata y Taro Okamoto, en Kawasaki, Japón”.