La presentación de su muestra “Politécnico Nacional” conmueve a Gabriel Orozco (Xalapa, 1962) hasta el grado de que se le quiebra la voz. Son 35 años de experiencia, presentados en 300 obras. Afirma que es una exhibición que difícilmente se volverá a ver y le conmueve ver el alcance que tuvieron los esfuerzos de su generación para combatir la idea de que en México no hay arte contemporáneo. Sin embargo, la sonrisa se desvanece cuando escucha la palabra Chapultepec. “La obsesión que tienen ustedes con Chapultepec es impresionante. Estamos aquí para hablar de la exposición”, dice tajante el artista en una breve entrevista con este diario.
Su participación como coordinador en el proyecto del gobierno de Andrés Manuel López Obrador —que tuvo un costo, hasta ahora, de 10 mil 500 millones— salió a colación de una afirmación que hizo en conferencia respecto al tema: la relación con los políticos es como un juego de ajedrez. ¿A qué se refiere?, se le pregunta tras su reclamo.
“En el mundo del arte y en el de la izquierda en México siempre ha habido una relación muy estrecha y conflictiva con la política, no con los políticos en particular, entonces el ser político es también una técnica que se asemeja a un juego de ajedrez, pero también puede ser a damas chinas, es un decir. La relación de un artista con los gobiernos de los países donde uno está trabajando... Hay que tener una relación ajedrecística con los gobiernos, con el poder, también con el poder económico, porque esa relación que tiene el artista con el poder debe ser manejada con mucha destreza y mucha estrategia, no nada más porque a todo le vas a decir que sí, todo lo contrario, es porque a veces el poder de los medios, el poder del gobierno, el poder del capitalismo, puede generar situaciones muy precarias para el pensamiento de un artista que trata de generar ideas en libertad”, respondió.
En conferencia, a Orozco se le pidió un balance de Chapultepec. Dijo que hizo lo que le correspondía, que al ser una obra pública, quienes terminarán de hacerla es el público, y que ni él ni el gobierno tienen control sobre lo que resulte.
Muestra
La presentación de la primera magna exposición de Orozco en México en 19 años convocó a un gran número de medios —en el tumulto se cayó la obra Four Bicycles sin sufrir ningún daño— y gente del gremio, como Benjamin Buchloh, historiador de arte con quien conversará el 31 de enero en el Museo Nacional de Antropología.
En el recorrido se comentaba la obra del artista con quien el público nunca ha sido indiferente. Entre las piezas destacan su famosa Caja vacía de zapatos, Ventilators (ventiladores con papel de baño), La DS, Dark Wave (modelo del esqueleto de una ballena azul) y más.
Orozco dijo disfrutar revisitar su producción artística, contó que aún tiene el mismo compromiso cada mañana de hacer arte, lo que define como “hacer las cosas lo mejor posible” y una serie de “momentos y actitudes” en constante cambio cuyo toque final lo pone el público. “Con el tiempo me convertí en un politécnico, y ‘nacional’ es de forma irónica porque la mayoría de mi trabajo y mis exposiciones lo hice fuera de México”, dice sobre el título que evoca al Instituto Politécnico Nacional, del cual dijo que ojalá también ahí se enseñara arte, porque tiene mucho de ingeniería.