Óscar Jaenada, de villano a aliado

Óscar Jaenada, de villano a aliado

Al actor Óscar Jaenada no le gusta ver películas de muertos vivientes y no precisamente por miedo, sino porque simplemente no es algo que lo atraiga e interese. Así que quizá era de los pocos humanos que desconocía el fenómeno de The walking dead, la serie que desde 2010 y durante once temporadas ha permeado al mundo, hasta que el año pasado debió empaparse de ese universo al ser contratado para una nueva temporada.

El catalán, quien se convirtió en el villano de México por dar vida a Luisito Rey en la bioserie de Luis Miguel, forma parte de The walking dead: Daryl Dixon, que llegará a la pantalla de AMC el próximo 7 de septiembre.

La producción es un spin-off de la saga original que sigue a Dixon, un cazazombis, quien siempre carga una ballesta como arma y es un excelente rastreador.

El personaje viaja a Europa y encuentra que los muertos vivientes son quizás el menor de sus problemas, pero no por ello debe dejar de combatirlos. Además de Jaenada se encuentra a Eduardo Noriega en el reparto. “No sé por qué gustan, nunca había visto nada de ella, no soy fan de esas producciones, del género, pero ahora al hacerla me di cuenta de que es divertido. Ahora resulta que Daryl llega a España a ver qué pasa y la verdad es una superproducción, ya con muchos años de experiencia, entonces mi llegada fue muy suave”, comenta Jaenada.

Recién en la Comic Con de San Diego se anunció una cuarta y última temporada de la serie.

En la piel de un torero

Por ahora, Jaenada espera el lanzamiento en Disney Plus de la serie de comedia La suerte, en la que cual interpreta a un torero. La producción es dirigida por Paco Plaza, conocido en el medio por su terrorífica REC. “Es sobre el choque de culturas, sobre las tradiciones y todo lo que está pasando ahora”, apunta.

Sabe que la llamada fiesta brava en México fue motivo de controversia. Apenas este año se prohibió la tauromaquia con fin violento en la capital mexicana, sumándose a otras entidades como Guerrero y Sonora. En la capital, las fuerzas políticas se unieron para determinar que no puede haber corridas que terminen con la muerte del toro. “Creo se pueden prohibir cosas. Es cierto que la gente tiene una herencia cultural, pero también hay un desarrollo y una evolución. Por lo tanto, hay que hacer caso a ambas cosas”, considera.