Otro viernes de locos

Otro viernes de locos

Han pasado 22 años desde aquella primera entrega y, como era de esperarse, el mundo ya es otro. La Dra. Coleman se retiró y ahora vive feliz con sus emprendimientos, mientras Anna ya es toda una adulta... y madre soltera. Todo parece más o menos en orden, hasta que aparece el hombre ideal. Y con él, claro, el caos: dos adolescentes (una suya, otra de él) que no se soportan ni tantito y están a punto de llevar la casa al colapso.

Justo ahí es donde vuelve a entrar la magia. En una casa donde nadie se entiende y todos están un poco perdidos, el destino hace de las suyas una vez más... con otra gran lección bajo la manga.

Hacia la aventura

Lo primero que hay que destacar es la historia detrás de la historia. Esta nueva entrega nace de la mente de Elyse Hollander y Jordan Weiss: una productora y asistente de dirección, y una guionista que aquí dan un paso gigante en su carrera al atreverse a expandir una saga tan icónica. Y lo hacen sin red de seguridad: no contaron con la supervisión, apoyo ni dirección de Mary Rodgers, la autora del libro que inspiró la versión original.

Hollander y Weiss logran algo clave: se despegan del Viernes de locos original sin borrarlo del mapa. Construyen una historia que se siente fresca, natural y bien plantada en el mismo universo. Anna y Tess ya no son las mismas —y eso es justo lo que hace que funcione—. Ahora son mujeres distintas, más cercanas, más cómplices.

Lejos de alejarse del corazón de la saga, esta nueva versión refleja cuánto han crecido y lo que aprendieron desde aquel primer intercambio de cuerpos. Esta vez, ellas son las guías del nuevo hechizo... uno que, como la vida misma, mezcla recuerdos y novedades en dosis inesperadas.

El escenario está listo para que quienes crecimos con el clásico dosmilero volvamos a conectar con la familia Coleman y descubramos qué ha pasado desde entonces. Y para quienes se acercan por primera vez, esta secuela es la puerta perfecta para querer saber más de la historia original y descubrir la fuerza que hay detrás de estas mujeres tan memorables.

El guión de Otro viernes de locos se adapta bien a sus nuevos retos y usa la comedia como el mejor puente para navegar entre generaciones y formas de ver la vida. La esencia Disney que ya conocemos vuelve con todo en la narrativa, la espectacularidad visual y ese toque de drama atrevido.

La secuela está llena de momentos ridículos, vestuarios súper coloridos, props bien originales y escenarios enormes que crean esa vibra limpia y familiar que tanto amamos de las películas clásicas. Y, por supuesto, la música no podía faltar. En resumen: Otro viernes de locos se lanza a ser espectacular, divertida, inteligente y creativa... justo como un clásico dosmilero del ratón.

Lindsay y Jamie están de regreso

Todos estos elementos son llevados con mucho estilo y orgullo por sus dos grandes protagonistas: Lindsay y Jamie. Porque seamos honestos, aunque esta vez sean cuatro las mujeres que cambian de cuerpo, Julia Butters y Sophia Hammons (las adolescentes en modo "enfurecidas") no tienen el mejor papel ni la historia más sólida dentro de esta aventura.

Al estar atadas a personajes más infantiles, Julia y Sophia, que son súper divertidas y naturales en sus papeles, quedan un poco fuera del gran caos épico de la peli. Eso sí, aunque es un detalle que baja un poco el nivel general, no decepciona del todo. ¿Por qué? Porque, al final del día, todos queremos ver a Lee Curtis y Lohan brillando juntas de nuevo. Y sí, créeme, eso sí pasa.

Otro viernes de locos se convierte en el escenario perfecto para que estas dos estrellas de los 2000 nos recuerden que aún tienen mucha creatividad y entrega frente a la cámara. La secuela es un viaje más loco y divertido, donde ambas suben el nivel de actuación a algo casi irreal, pero súper entrañable. La química sigue intacta, solo que ahora no las vemos peleando, sino casi como hermanas que aprenden juntas de la vida.

Por su parte, Jamie Lee Curtis nos regala una de sus actuaciones más locas y divertidas, mostrando su lado más gracioso, rebelde, a la moda y, sobre todo, humano. La vemos dando un discurso memorable sobre la familia... y luciendo unos labios que, literal, parecen recién salidos de un spa. Esta película claramente sacó a relucir todo su talento y libertad para jugar con tonos cómicos y ligeros.

Lindsay Lohan, por su parte, simplemente vuelve a brillar como en sus mejores tiempos. Aunque ha regresado a la actuación hace un par de años, meterse de nuevo en la piel de Anna no solo se siente familiar, sino que también muestra el compromiso serio con el que quiere encarar esta nueva etapa en su carrera.

En esta secuela, la vemos cantando, bailando, soltando chistes, viviendo momentos románticos y hasta enfrentando escenas de acción que ni te imaginas. Es como un flashback a todas sus versiones de los 2000: la chica que conducía autos de carrera, brillaba en el escenario y sí, también fue toda una mean girl épica.

Esta no es la mejor película de Lindsay. Su personaje tiene momentos suaves y tranquilos en cuanto a emociones. Pero, aun así, la historia marca un parteaguas que deja claro que el brillo multitalento de Lindsay sigue más vivo que nunca.

¿Qué la hace tan disfrutable?

El regreso de Chad Michael Murray, los papeles de Julia y Sophia, el diseño de producción y hasta la banda sonora son detalles bonitos que le suman calidad a la peli. Pero, aunque emocionan, lo que realmente brilla es la historia, el reencuentro de sus protagonistas y ese mensaje final que nos toca el corazón. Porque sí, como en cualquier clásico de Disney Channel, Otro viernes de locos regresa con un mensaje que, aunque predecible, se siente genuino y emotivo.

Podría parecer solo un intento más de aprovechar la franquicia o una secuela innecesaria. Pero, sorpresa: es una historia que logra atrapar tanto a grandes como a chicos. Si fuiste fan de la primera película, seguro vas a disfrutar esta secuela. Y si es tu primera vez con la familia Coleman, prepárate para descubrir todo el talento y la versatilidad de estrellas como Jamie y Lindsay.

No todo es color rosa

La película original de 2003, que a su vez fue una nueva versión de la película de 1976 protagonizada por Jodie Foster, utilizaba el concepto del intercambio de cuerpos para explorar la empatía y la importancia de la familia. Sin embargo, esta secuela intenta mezclar la nostalgia para los fanáticos con una versión "actualizada" para las nuevas generaciones, y este enfoque le juega en contra.

La historia se siente como una réplica forzada de su predecesora, repitiendo elementos icónicos, como la trama de una boda que debe suspenderse. En lugar de ofrecer algo nuevo, se apoya en el fan service para justificar su existencia, creando una sensación de déjà vu que la vuelve poco original.

Aunque el humor inicial de la película resulta refrescante y divertido, logrando crear una comedia simpática en sus primeros actos, la cinta pierde fuerza hacia el final. Cuando intenta profundizar en los temas de la empatía y la unión familiar, la carga emocional se siente superficial y poco auténtica, como si solo estuviera ahí para cumplir con la estructura narrativa.