“Para la danza fue un golpe terrible porque la danza es social. Lo primero que se canceló fue la posibilidad de estar con más personas. No podíamos ensayar, no podíamos tomar clase. Lo que comenzamos a hacer, en realidad, fue entrar en los universos digitales de la videodanza e hicimos producciones por Zoom, que fueron muy interesantes y aprendimos muchísimo en esto que nos implicaba estar cada uno en su casa”, dice la bailarina y coreógrafa Claudia Lavista al referirse a lo que el confinamiento por la pandemia de covid-19 dejó en la danza mexicana. Particularmente, desde su proyecto Delfos Danza Contemporánea, del cual es codirectora con Víctor Manuel Ruiz.
Otro de los grandes problemas fue que, al salir de la pandemia y regresar a la convivencia, aún se necesitaba convencer al público de regresar a los teatros, a los espacios públicos, a las clases de danza. “Ha costado trabajo volver a la dinámica de salir a la calle e ir a los teatros”, dice Lavista. “Digamos que, primero las compañías volvieron a los ensayos; luego volvimos a ofrecer espectáculos para los teatros, pero ahora faltaba el trabajo de que los teatros lograran hacer venir a los públicos. Se perdieron apoyos también porque se cancelaron becas, se bajaron los presupuestos y es normal porque el presupuesto mayor del país se tenía que ir a la salud para atender un problema mayor, que afectaba a toda la comunidad. Eso redujo presupuestos que antes estaban destinados para el arte y la cultura. Fue una de las mayores tragedias; para nosotros como compañía, por lo menos, no se me ocurre otra tragedia de tal magnitud, de pérdida de trabajo, de pérdida de convivencia”.
El proyecto de Delfos, que ahora se encuentra inactivo por decisión de Lavista y Ruiz, alcanzó un punto límite en esos años, con un déficit económico terrible al no poder generar recursos extras y sin apoyos gubernamentales. Sin embargo, el caso de Delfos parece ser un denominador común: la crisis y la imposibilidad de cuantificar el daño en la danza mexicana, más allá de que una de sus pocas ventajas fue el auge de la videodanza.
Para Laura Rocha, bailarina, coreógrafa, maestra y directora de la compañía Barro Rojo Arte Escénico, la pandemia marcó un antes y un después en el mundo, un antes y un después con énfasis en las artes y el gremio de la danza. “Pero no fue la excepción porque realmente veníamos padeciendo varias crisis, sobre todo en lo que corresponde al ámbito de los públicos; de alguna manera, la pandemia evidenció esto. Nos obligó a repensar la forma que teníamos para crear y, sobre todo, cómo teníamos que vivir la danza”, señala.