Papel picado de Huixcolotla, Puebla

Papel picado de Huixcolotla, Puebla

El papel picado de Huixcolotla es mucho más que una artesanía, se trata del alma que ondea en las ofrendas del Día de Muertos. Sus figuras recortadas, calaveras, flores, catrinas y soles, se mueven con el viento como si respiraran, recordando que la muerte no significa ausencia, sino regreso.

Desde Puebla, este arte popular conquista todo México, al llenar de color los templos, calles y ofrendas que honran a los difuntos. En el pequeño municipio de San Salvador Huixcolotla, los talleres familiares conservan una tradición que nació hace casi un siglo y que hoy forma parte esencial de las celebraciones más queridas del país.

Los orígenes del papel picado en Huixcolotla se remontan a la década de 1930, cuando el artesano José María García fundó la primera tienda dedicada a su elaboración. A partir de entonces, la comunidad adoptó esta expresión artística como parte esencial de su identidad.

Aunque hoy existen imitaciones industriales, los papeles picados huixcolotlenses se distinguen por su detalle, precisión y el uso de herramientas tradicionales como los punzones y los cinceles.

Elaboración

El proceso de creación del papel picado es meticuloso y requiere gran habilidad. Los artesanos comienzan seleccionando el papel adecuado generalmente china o seda, cuidando que sea lo bastante resistente para soportar los cortes sin romperse.

Luego diseñan los patrones, inspirados en motivos florales, religiosos, geométricos o de la naturaleza. Cada diseño se traza sobre varias hojas superpuestas, que después se cortan simultáneamente con cinceles y punzones metálicos sobre un molde de plomo o cera.

Una sola figura puede llevar horas de trabajo, especialmente cuando el diseño es complejo o incluye representaciones de calaveras, cruces, palomas o vírgenes. El resultado son hojas llenas de simetría y movimiento, donde cada recorte tiene un significado. Los colores también importan: el amarillo representa la luz, el morado el duelo, el rosa la celebración y el blanco la pureza. En conjunto, crean una composición vibrante que da vida a las calles y altares de todo México.

Tradición viva

En Huixcolotla, la elaboración del papel picado más allá de un oficio, es un legado familiar. Padres e hijos trabajan juntos en talleres donde se aprende desde temprana edad a dominar las herramientas y las técnicas.

Esta transmisión oral y práctica ha permitido que la tradición se conserve viva a lo largo de generaciones. En 1998, el INAH reconoció oficialmente al papel picado de Huixcolotla como parte del patrimonio cultural de México, destacando su valor histórico y artístico.

El papel picado es más que un adorno. Representa la fragilidad y la belleza de la vida, el carácter efímero de la existencia y la celebración del espíritu. En cada festividad mexicana, sus colores ondean como una metáfora del viento y del alma. Por eso, el arte de Huixcolotla no solo embellece los altares y calles, sino que también preserva la memoria de un México artesanal que resiste frente a la industrialización y el olvido.

Adquirir papel picado directamente de los talleres locales es una forma de mantener viva esta tradición. Además, algunos artesanos ofrecen talleres abiertos al público donde enseñan las técnicas de diseño y corte.

Comprar sus piezas o difundir su trabajo en redes sociales contribuye a fortalecer la economía local y a proteger un arte que forma parte de la identidad nacional.