Francisco Fernández tenía 10 años cuando pisó por primera vez un estudio de doblaje, para prestar su voz a un personaje con síndrome de Down, trastorno que él mismo tiene.
Atrás de él, apoyándolo, se encontraban el director Eduardo Rivero, la directora de diálogos Gabriela Cárdenas y el productor Miguel Uriegas, quienes tenían confianza en que hiciera un buen trabajo. En cuatro días, con sesiones de dos horas y media cada una, Francisco dio vida al protagonista de Un disfraz para Nicolás, cinta de animación con mensaje positivo, que se exhibe en cines.
“Llegó sin saber bien cómo era esto, pero no lo hizo nada mal; nos tardamos más de un mes, pero el esfuerzo valió la pena, completamente”, señala Uriegas.