“¿Qué es el destino?”, se preguntaba la escritora Esther Seligson en 1996, cuando apareció El libro del destino, la novela del escritor y periodista José Gordon. Durante aquella presentación, la autora de Otros son los sueños, agregó: “¿Es Dios el responsable del papel que nos toca representar en la vida que nos corresponde vivir entre el lapso que va del nacimiento a la muerte? ¿O no hay Dios, sino solo un eterno juego de dados que el azar echa a su arbitrio sin ton ni son? ¿Cómo se urden las hebras que conforman ese tejido único —entreveramiento de libertad, predestinación, coincidencias, conjeturas, albures, fatalidad, suerte— que constituye a cada ser humano?”.
Ese texto revelador es citado por el propio Pepe Gordon a propósito de la reedición actualizada de su novela, plantea que “al igual que el amor, lo que atraviesa la obra es la fe implícita de que, pese a la apariencia de que Dios sí juega a los dados y de que el Mal se le escapa entre las manos para gobernar sin control el corazón de los hombres, la Misericordia Divina prevalece por encima del horror, el crimen, la injusticia (productos de la ignorancia humana)”.
En entrevista, Pepe Gordon asegura que la pregunta que acompaña esta reflexión que hay en su libro sobre el destino y su contracara que es el libre albedrío es: ¿qué pasaría si hay personas que de alguna manera tienen un tiempo perceptual distinto al que nosotros tenemos y se pueden escapar un poquito de los carretes de nuestra percepción limitada?, ¿podrían experimentar algo que está más allá de nuestros límites temporales?, ¿de alguna manera asomarse a las secuencias de la naturaleza?
“¿Qué hacemos ante el problema del destino y del libre albedrío? Te voy a dar una respuesta que encontré en el novelista Isaac Bachevis Singer, él decía que debemos creer en el libre albedrío, porque no hay de otra. Creer en el libre albedrío quiere decir apostar por él, y porque no hay de otra, quiere decir que estamos determinados tal vez a la libertad, si es que la podemos asumir una plena consciencia, con más memoria y con un registro más amplio y compasivo de la realidad”, afirma Gordon.
La novela, que relata la historia de Mijael y Heny; él, un hombre de ciencia, obstinado en buscarle una explicación a todo; ella, una talentosa estudiante de teatro, tras años viviendo juntos, vislumbran una separación. Deciden, pese a la incredulidad de Mijael, visitar a una astróloga y experta en artes adivinatorias, que entre viejos manuscritos y cartas celestes, les confirma que la ruptura es impostergable y Mijael pronto descubrirá que el destino tiene sus propias reglas.
Pepe Gordon echa mano de lecturas de poetas, pensadores y científicos, hace uso de saberes universales, pensamientos, ideologías y culturas en la búsqueda de abrir conciencias y mostrarnos más humanos y pensarnos más en el otro y vernos en el otro.