Percy Jackson y los dioses del Olimpo

La Grecia clásica no tenía la austeridad de los templos y esculturas blancas que han sobrevivido hasta nuestros días sino que estaban bañadas en color, pero durante mucho tiempo hemos idealizado y replicado esa sobriedad alejándonos de la realidad para construir una distinta más fantasiosa. La serie Percy Jackson y los dioses del Olimpo para Disney Plus sigue ese camino.

El escritor Rick Riordan, muy implicado en esta tercera adaptación de su obra, imagina un mundo moderno en el que las deidades y seres de la mitología clásica habitan nuestra realidad sin que nos demos cuenta. Utiliza con capricho los mitos preexistentes y nuestra concepción de ese pasado lejano para contarnos una historia nueva, en una suerte de American Gods para adolescentes.

En esta producción conviven el recuerdo de Perseo y las hazañas de Percy y, aunque Perseo hubiera decapitado a Medusa, Percy le corta la cabeza, aunque el Minotauro fuera derrotado por Teseo, aquí es vencido por Percy, y aunque el Campamento Mestizo lleve siglos habitado, nadie se ha molestado en darle una capa de pintura a sus estatuas.

Pero nada de eso importa porque Rick Riordan no busca ser coherente, lo que quiere es hacernos pasar un buen rato como cuando creó estas historias para su hijo, utilizando como base la mitología griega para desarrollar una aventura actual, cargada de referencias, con un nuevo grupo de héroes y heroínas, que sirve como buena puerta de entrada a ella.

El resultado de esta nueva adaptación es mucho más convincente que el de su predecesora. Empezando por el propio elenco protagonista, que en Percy Jackson y el ladrón del rayo (2010) tenía a un trío de intérpretes de 18 años poniéndose en la piel de unos personajes que contaban con 12 en la novela, pero que en la reciente versión han pasado a ser de 14.

Haciendo que, entre otras cosas, sus personajes estén menos sexualizados: Grover ya no está obsesionado con las mujeres y Annabeth no se presenta como el interés romántico de Percy desde el primer fotograma a cámara lenta, sino como una aliada e incluso una amiga.

El cambio de formato también le ha sentado bien a Percy Jackson y los dioses del Olimpo, permitiendo más fidelidad con el libro al poder desarrollar la historia de sus personajes durante más tiempo, ofrecer detalles adicionales y mejores explicaciones de ciertos acontecimientos que en la película parecían arbitrarios.

Su estructura, con una historia horizontal que dicta el progreso del viaje de sus protagonistas, con otras verticales que nos narran retos puntuales a los que se enfrentan en cada episodio, evidencian su naturaleza de serie para televisión, pero precisamente por eso funciona, tal como lo hacen los capítulos de un libro.

Tiene un total de ocho episodios de unos 40 minutos de duración para narrarnos los acontecimientos de la primera novela, Percy Jackson y el ladrón del rayo, aunque Rick Riordan espera poder seguir llevando a la pequeña pantalla el resto de sus obras. La adaptación cinematográfica no llegó a buen puerto y, aunque tuvo una secuela, Percy Jackson y el mar de los monstruos (2013), fue incluso peor recibida que la primera entrega.

Ninguna brillaba al trasladar los acontecimientos de la novela, y fallaron también al no darle una continuación al público que sí esperase seguir descubriendo la saga en la gran pantalla, uniéndose así a otros ejemplos de sagas juveniles condenadas en el cine como La Materia Oscura o Las Crónicas de Narnia, que por fortuna tuvieron o tendrán una segunda vida en televisión.

A nivel argumental la serie toca temas realmente sensibles. Curiosamente, se las apaña para generar siempre un tono que, no solo abraza la crueldad de los dioses, sino que adapta (aunque muchas veces, también transforma a conveniencia) ciertos mitos e historias a nuestra realidad y perspectiva actuales; no siempre sale bien, pero de esta confrontación surgen varias escenas muy potentes e interesantes para el público adulto.

Además, el diseño visual de todo el imaginario correspondiente a la mitología griega, ya sean localizaciones, criaturas, objetos o entes, me ha parecido muy acertado, contando el conjunto con elementos y guiños muy interesantes para los amantes de este mundo tan fascinante.

Percy Jackson y los Dioses del Olimpo apela a ese sentimiento adolescente de desconexión con el mundo, a ese momento en el que no encajas. Invita a los más jóvenes a estimular su imaginación y a sorprenderse con esa realidad que parece oculta tras la nuestra, como ya hiciera Hogwarts en su momento. Solo por esa capacidad para hacer soñar a su público, así como para generar interés por el imaginario mitológico de la mano de un carismático grupo de protagonistas, es un éxito.