La misteriosa zona arqueológica Moral Reforma se asienta en el centro de una planicie en el oriente de Tabasco, cercana al caudaloso río San Pedro Mártir, que nace en Guatemala y luego se une al Usumacinta.
Las construcciones de la antigua urbe maya están a casi 230 kilómetros (casi tres horas en auto) de la ciudad de Villahermosa. Están datadas entre los años 300 antes de nuestra era y mil de la época actual. Mucha de la información del sitio permanece desconocida, incluso el nombre que le dieron sus habitantes. Aún se espera gran número de hallazgos en su extensión.
Entre las pirámides y palacios del lugar se escucha el viento y las aves, en un entorno casi bucólico, pero donde desapareció la vegetación alta por el pastoreo de ganado al que se dedicaba el territorio.
La arqueóloga Janeth Lagunes Celis, coordinadora de las zonas arqueológicas de la región de Los Ríos en Tabasco, recordó que la denominación compuesta del sitio se debe al nombre de las cascadas y el pueblo cercanos, y a la existencia de árboles de la especie moral, que están tratando de reinstalar en la zona. Buscamos volver a sembrar árboles y que retornen los animales, como el mono saraguato.
Al parejo, se construye un centro de atención a visitantes que cuenta con estacionamiento y la infraestructura necesaria para el turismo que llegue al sitio, así como un museo de 500 metros cuadrados.
Carlos Arturo Giordano Sánchez, director del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Tabasco, explicó que tienen muchos materiales que se han sacado de Moral Reforma en dos años de excavaciones recientes a cargo del arqueólogo Francisco Cuevas; están resguardados en una bodega en la zona arqueológica de Pomoná, en el municipio de Tenosique (donde también funcionará una estación del Tren Maya).
Adelantó que piezas de este conjunto serán expuestas en el recinto cuya construcción se retrasó por distintas cuestiones. “Nos va a permitir entender el sitio de mejor manera. Añadió que se está desarrollando un sendero que habrá de unir el centro para visitantes y la zona arqueológica, que permitirá a las personas comprender por qué la urbe se asentó en este lugar, cuyo entorno de flora y fauna permitió que los antiguos habitantes construyeran y se alimentaran.
Informó que la extensión total del sitio se estima en 3 mil hectáreas, con un área central de 76 hectáreas, donde están las plazas principales. Recientemente, se adquirieron 43.5 hectáreas con el proyecto Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza) y se amplió el cercado perimetral del área.
La responsable del sitio destacó que es el único abierto en la región con esta arquitectura monumental, influencia del Petén guatemalteco, y con elementos que lo vinculan a otra zona muy interesante del sur de Campeche: Calakmul.
“El señor de Cráneo de Halcón es el único gobernante que se tiene descifrado; de él se sabe que subió al poder a los cinco años; a su ceremonia la llamaban ‘atadura de cinta’, fue presidida por un gobernante de Calakmul”, refirió Janeth Lagunes.
Hace falta saber, concluyó la investigadora, con qué otros sitios tuvo relación y si había una dinastía de gobernantes como en Palenque. Aquí quisiéramos conocer más de la historia, seguir liberando edificios para aprender más sobre la arquitectura y los intercambios comerciales que pudieron tener con lugares tan alejados como los de Petén. Es sumamente interesante y tiene mucho que ofrecer. La entrada al sitio arqueológico es gratuita.