En la vida real, las perritas Soho y Alfa nunca fueron entrenadas para actuar. Pero algo en su forma de mirar, de quedarse quietas y de acompañar hizo que su presencia diera brillo a un libreto.
Ese “lenguaje” fue ideal para la película Goya, que se estrena la próxima semana y que habla del duelo: dos hermanos encuentran a una perra enferma en un patio y, mientras la cuidan, ella se convierte en parte de su mundo.
La historia no es solo sobre una mascota, sino sobre la manera en que un animal, sin palabras, puede meterse en el centro de un vacío y acompañar desde ahí. “El guión nace de un duelo y de cómo este afecta todos los aspectos de la vida. Creo también que la forma en que nos relacionamos con los animales revela algo de nosotros”, dice el cineasta Pablo Orta, que ideó su filme a partir de quien busca consuelo.
Los personajes principales —interpretados por Eutimio Fuentes y Mateo Valles— son hermanos. La perra, llamada Goya, se vuelve el puente de conexión, una especie de refugio compartido. En la ficción es una can, pero en el set fueron dos: Soho y Alfa, pastores belga malinois de entre seis y siete años.
Debut canino
Ninguna había sido entrenada para cine. Ni siquiera para protección. Su vida era la de dos perritas que asistían a clases de adiestramiento en Guadalajara.
La pandemia reescribió los planes de la cinta: el rodaje se pospuso año y medio y las perras originalmente elegidas ya no estaban disponibles. Fue entonces cuando Christine Sprenger, su adiestradora, recibió la llamada. “Me pidieron dos perritas pastor belga y pensé en Soho, que es de un cliente y es muy amable, algo atípico en esta raza. Ella ve a cualquier persona y quiere apapachos. Alfa es de carácter más fuerte, pero ninguna había sido entrenada para proteger”, cuenta.
Christine tampoco había hecho cine. Se encontró, de pronto, trabajando con una producción que nunca había tratado con perros. En el cine mexicano, la participación de animales en rodajes es más bien excepcional, sobre todo como protagonistas. Destacan películas como Amores perros, de Iñárritu, y un cameo en Roma, de Cuarón.
La principal preocupación de la adiestradora era que las perras llegaran contentas, sin estrés.