Para Gabriel Méndez García, pintar era una de sus actividades favoritas. Sin importar su entorno, “el Van Gogh chiapaneco” —como era conocido— daba rienda suelta a su imaginación y comenzaba a crear paisajes únicos a partir de un lienzo en blanco.
Marcos Gómez, quien tiene a su resguardo gran parte de la producción que realizó el maestro en sus últimos años de vida, detalló que quizás Gabriel creó más de mil piezas, tan solo en sus últimos años, por lo que no descarta que hayan más obras en otros lugares de la capital.
“Siempre pintó. Lo miraba que venía aquí en este espacio que adecuamos para él y se ponía a crear. Si acaso no había lienzos, trataba de conseguir una hoja en blanco o algún otro material y comenzaba a darle rienda suelta a su imaginación”, expresó Marcos.
En sentido literal, añadió, “yo creo que si Gabriel no pintaba, no vivía, porque hasta antes de que estuviera con nosotros, él buscaba la manera de hacerse de su material. Como sabemos, por su condición no era fácil que contara con un material formal; pese a ello, bastaba un pedazo de papel o una tabla para que él creara sus piezas”, expresó.
Marcos señala que trató de dotarlo de herramientas y fue así como pudo seguir con su actividad durante varios meses. Asimismo, empezaron a realizar exposiciones en las calles o en el Rincón del Arte Carlos Frey, que se localiza en la avenida 5ª Norte de esta ciudad. Sin embargo, el artista no asistía a estos eventos. “Yo le decía a Gabriel ‘vamos’, y argumentaba que no le gustaba y prefería seguir con sus cuadros”.
El espacio donde “el Van Gogh chiapaneco” pasó sus últimos años se encuentra en el barrio Colón de Tuxtla Gutiérrez. Ahí Marcos tiene un negocio de comida y en la parte superior está el sitio donde tiene resguardadas las obras de Gabriel.
Finalmente, Marcos invita a las personas interesadas a visitar el lugar, ubicado en la 3ª Poniente, esquina con 6ª Norte.