Job era el hombre más leal de Dios. Próspero y de una familia amorosa, con tierras extensas y rebaños abundantes. Pero un día, algo cambió: perdió todas sus posesiones y vio morir a sus hijas e hijos. Fue fiel al Señor pese a su dolor y sufrimiento, hasta que en un momento de debilidad, finalmente cuestionó a la justicia divina.
El actor Miguel Pizarro entiende este texto del Antiguo Testamento. Él mismo flaqueó a inicios de 2004, cuando le fueron arrebatados sus ahorros de cinco años de trabajo. Había decidido debutar como productor con la puesta en escena Y dónde está el mago de Oz, pero una mala jugada de sus socios lo dejó endeudado y con depresión, así que atentó contra su vida.
Hoy, a casi 20 años de aquel suceso, Pizarro se reencuentra con un proyecto teatral como productor, director, escritor y actor: Todos somos Job, que estrenará el 14 de abril en el escenario de La Capilla Gótica del Instituto Cultural Helénico.
“Hice las pases, sí. Porque soy teatrero y melodramático de hueso colorado. Tuve que dejar pasar un tiempo para volverlo a intentar, es que soy bien peleonero y quiero que las cosas sucedan cuando yo quiero, pero a veces no es así, algunas tienen que tener su barbecho para que se conviertan en lo que se deben convertir”, comentó al respecto.
“Ha habido épocas en que te sientes solo y de repente hay personas que te dicen ‘¿te acordaste de pedirle a Dios?’. Y te quedas con la boca abierta, porque a veces lo tienes tan presente que se te olvida, o te das cuenta de que te peleaste con el mundo y te olvidaste de quién te iba a dar la fuerza. Sí ha habido páginas en donde haces preguntas atrevidas, y pobre Dios que aguanta todas mis impertinencias”, añadió.